Sunday, March 04, 2007

González Tuñón: La literatura resplandeciente en La calle del agujero en la media




Marcos Carlos Carbajo
corodebabel


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En el presente trabajo analizaremos el poema La calle del agujero en la media. Haremos este análisis en relación con la poética que se desprende del texto teórico de su autor González Tuñón: La literatura resplandeciente. Antes que nada, es necesario aclarar que este texto no posee solamente un valor documental. Vale decir, no debe entenderse simplemente como una reflexión de un autor y testigo de una época, sino que, además, posee un valor programático ya que en su desarrollo podemos detectar la construcción de una poética particular.

Partiremos, entonces, de la idea de que La literatura resplandeciente puede ser entendida como una poética restrospectiva que González Tuñón construye a partir de sus consideraciones de los años 60 en relación a su obra de los años 20, 30 y 40. Este texto, suerte de crónica de Boedo y de Florida, promueve, además, una proyección de la tradición por él profesada hacia el futuro de la vanguardia. Es decir, hacia el presente del tiempo de la enunciación: el momento en que se escribe La literatura resplandeciente.

En el texto, González Tuñón presenta su obra como un corpus que abraza tanto las preocupaciones formales del ultraísmo y del martinfierrismo como las proyecciones sociales y políticas del boedismo. Este carácter mixto que imprime en su obra puede reconocerse sin esfuerzos en La calle del agujero en la media, poema que analizaremos a continuación señalando algunas coincidencias entre el texto programático y el poema, ya que en este último resulta posible verificar tanto las preocupaciones formales del martinfierrismo como el contenido social del boedismo.

González Tuñón, define negativamente la forma de su poética en la siguiente frase, explicando lo que no debe hacerse: “en poesía, adiviértese por un lado un regreso a algo de lo que combatimos, el sonsonete, el seco soneto dominical o el poema ampuloso y discursivo, y por el otro lado, la evasión por la vaguedad metafísica, el conformismo místico, algo generalmente expresado en prosa presentada en forma de verso (no confundir con el verso libre) mientras los más retrógrados, los “literatus domesticus” como los que pedían las sobras en los banquetes de los grandes señores romanos, firman manifiestos ultrareaccionarios o propician estatutos de intelectuales tendientes a anular la libertad y la inteligencia creadora.”[1]

El poema La calle del agujero en la media no puede, pues, ser identificado ni con el sonsonete de rimas fáciles ni con la prosa metafísica escrita en forma de verso. En él verificamos una primera estrofa con una métrica diversa. En las estrofas restantes encontramos una métrica más regular caracterizada por versos alejandrinos. Esta particular disposición métrica indica que esta poesía está construida con una métrica libre aunque no caprichosa. De hecho hay grupos completos de versos que poseen la misma cantidad silábica:

“¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios? / ¿Y muñecos de trapo con alegres bonetes? / ¿Y soldaditos juntos marchando en la mañana / y carros de verdura con colores alegres? / Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera / Y mi alma tan lejana y tan cerca de mí / Y riendo de la muerte y de la suerte y / Feliz como una rama de viento en primavera. / El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra! / Esto simple querida, como el globo de luz / Del hotel en que vives. Yo subo la escalera / Y la música viene a mi lado, la música / Los dos somos gitanos de una trouppe vagabunda / Alegre en lo alto de una calle cualquiera. / Alegres las campanas con una nueva voz. / Tu crees todavía en la revolución / Y por el agujero que coses en tu media / Sale el sol y se llena todo el cuarto de sol.[2]

Como pudimos observar en el fragmento anterior, algo similar sucede con la rima: si bien está presente, en ningún momento es forzada ni meticulosa. Y, si bien abundan los versos rimados (verbigracia, en la segunda y la tercera estrofa), de ninguna manera puede decirse que la rima sea el eje sobre el que se erije el poema:

“Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad / y la mujer que amo con una boina azul. / Yo conozco la música de un barracón de feria / barquitos en botella y humo en el horizonte. / Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.”[3]

Estos versos son absolutamente consecuentes con los criterios poéticos de La literatura resplandeciente, texto en el que respecto a los aspectos formales el autor es absolutamente categórico: “El verso ¿cómo? ¿de acuerdo a las rígidas perspectivas? ¿En total desacuerdo? El verso libre, mejor. La rima, si viene y sin abusar de ella. (...) Mejor desbordarse, inundarse, desparramarse (aunque no tanto).”[4]

No obstante, no todo es forma, sino por el contrario “es evidente la vinculación del hecho artístico con el hacho humano, social, político.”[5]Para González Tuñón, la poesía está intrínsecamente relacionada con la realidad social en la que se inserta. La poesía no debería ser, por lo tanto, arte puro despojado de realidad social pero tampoco propaganda. Según el autor debería concebirse “un arte, una literatura, en fin que considerando todos los matices, los caminos infinitos, la vasta geografía de la realidad y la imaginación, tiene sus raíces en la tierra y de ésta asciende (...) enviada hacia la altura, hacia el futuro. No nos gustan las calificaciones, pero lo designaríamos como realismo romántico.

Un arte, una literatura, en fin, hacia el encuentro de la armonía con su tiempo.”[6]

La literatura y la poesía, de acuerdo a González Tuñón, deben tener una función comunicativa. Deben estar insertas en la realidad social y política de su época y, viceversa, la realidad social y política debe estar presente en la obra. Por ello pretende inscribirse en una suerte de martinfierrismo con proyección social-política, segunda parte ésta que estaba elidida del programa martinfierrista original. Es decir, por un lado, el poeta debe escuchar las sugerencias de su imaginación pero, por el otro, también debe seguir las señales del entorno social. Para lograr estos objetivos utiliza, entre otros recursos, lo que él entiende como “verdadero” surrealismo, el surrealismo que no es “formnalista-automatista-freudista” sino que es bretoniano, político. No se trata entonces de surrealismo “formal”, “de gabinete y no de calle”, “experimental” sino de uno ligado al vitalismo que estaba presente en cierto surrealismo militante europeo y que no lo estaba en la tradición surrealista argentina.

Dice González Tuñón: “en 1929 nos cautivaría en París el contacto directo con lo que hemos llamado la gran aventura surrealista (...) La buena influencia del surrelismo sin truco podría advertirse en nuestro caso, en partes de La calle del agujero en la media.”[7]En este poema emerge la metáfora como el lenguaje principal del verso y no se encuentra ausente el contenido social:

“Tu crees todavía en la revolución / Y por el agujero que coses en tu media / Sale el sol y se llena todo el cuarto de sol.”[8]

En versos como éstos podemos encontrar al surrealismo no ya como un método de composición sino como una metáfora con contenido social, un poco más liberada de la metáfora racional profesada por el ultraísmo. Consigue, así, que la poesía suela “estar en todas partes incluidas las cosas corrientes.”[9]El realismo romántico surge, entonces, de barquitos en botellas, de un afiche apagado, de las vidrieras, de una calle cualquiera, etc.

Expuestas estas consideraciones, González Tuñón concluye La literatura resplandeciente afirmando que “debemos buscar el punto donde se encuentra lo clásico y lo romántico, la experiencia y el sentimiento, la ley y la revelación, la búsqueda y la inspiración. El realismo romántico. Seamos realistas románticos.”[10]Delineando, en esta frase, el programa poético que recorre su obra y que pudimos verificar en el poema analizado: La calle del agujero en la media.

[1] GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl: La literatura resplandeciente. Editorial Boedo-Sibablba. Buenos Aires, 1976. Página 20.

[2] GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl: La calle del agujero en la media. Todos bailan. Espasa Calpe. Buenos Aires, 1994. Página 70.

[3] Ibidem, página 69.

[4] GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl: La literatura resplandeciente. Op cit, página 141.

[5] Ibidem,, página 9.

[6] Ibidem, página 10.

[7] Ibidem, página 25.

[8] GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl: La calle del agujero en la media. Op cit, página 70.

[9] GONZÁLEZ TUÑÓN, Raúl: La literatura resplandeciente. Op cit, página 143.

[10] Ibidem, página 151.

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1 comment:

Anonymous said...

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Marcos Carlos Carbajo
Autor del artículo y director de Coro de Babel - El portal de la cultura y de la ciencia