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Según Barcia, García Márquez muestra una realidad que incluye también los sueños y los mitos.
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---Juan Manuel Bordón
jbordon@clarin.com
El trabajo de Pedro Barcia estará en la edición que prepara la Real Academia.
La presentación de la edición conmemorativa de Cien años de soledad, la obra magna del colombiano Gabriel García Márquez, parece diseñada a conciencia como evento literario del año. Hubo rumores de tregua con Mario Vargas Llosa, se anunció la presencia del ex presidente norteamericano Bill Clinton y reina un secreto extremo en torno de la tapa, que recién se conocerá cuando García Márquez reciba el primer ejemplar.
Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, es autor del trabajo que representa a la Academia Argentina en esta edición definitiva de la novela de García Márquez. En el breve ensayo que integra esta edición revisada, Barcia ubica a Cien años de soledad (1967) "en el contexto de la nueva novela latinoamericana". Así, le quita un aura mágica, de aparición repentina e inexplicable, aunque también se deshace en elogios. "Es una de las obras más analizadas y sin dudas la novela más grande del siglo XX."
"No hay un boom", remarca Barcia, que ubica a García Márquez en la órbita de Jorge Luis Borges, el peruano José María Arguedas o el cubano Alejo Carpentier. "Ya hay un proceso desde los años 30 que prepara el terreno, con Borges, Arguedas, hasta Macedonio Fernández, al que descubrimos tarde." Con ellos se inicia, según Barcia, la muerte del "realismo fotográfico". Cien años de soledad consolida esta búsqueda de un realismo más integral, que presenta la totalidad del mundo y del hombre. No sólo es real que la policía aparezca golpeando a los trabajadores en una huelga, también lo son los sueños, los fantasmas y los mitos de un pueblo."
Barcia también habla de un momento especial, a fines de los años 60, en que se reúnen varios elementos: grandes editoriales que corren riesgos al publicar a jóvenes latinoamericanos, premios como el Seix Barral y una crítica que acompaña a esas obras. La cuarta pata, y fundamental, es el acceso de una gran cantidad de lectores a esta literatura. "La diferencia entre García Márquez y otros como Lezama Lima o Cabrera Infante, que también trabajaron sobre los distintos planos de la realidad, es que él generó una novela abierta a todo tipo de lectores."
Un aspecto fundamental, en ese sentido, es lo que Barcia define como una ruptura con la tecnolatría. "La exaltación de lo técnico, del punto de vista o los juegos entre planos de ficción, como herramientas de renovación de la ficción fueron activismo en esta etapa, llegando a generar una literatura minoritaria, pasto para profesores, críticos y autores." Irónicamente, la renovación pasó por lo viejo, por la narración previa a la literatura misma. "García Márquez vuelve a manejar registros de narrativas antiguas, es como la Sharazad de Las mil y una noches: prende en todo tipo de lector porque responde a esa apetencia natural por la fabulación. Si hay algún libro que no suena a libro, es el de él."
La presentación en Buenos Aires será el 24 de abril, en la Feria del Libro. Ese día reproducirán en video el discurso de Gabriel García Márquez, cuenta Barcia. Un consuelo para los que no puedan viajar al homenaje de Cartagena. Otro, serán las 612 páginas revisadas de esta edición de lujo, muy anotada y bien libresca.
Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, es autor del trabajo que representa a la Academia Argentina en esta edición definitiva de la novela de García Márquez. En el breve ensayo que integra esta edición revisada, Barcia ubica a Cien años de soledad (1967) "en el contexto de la nueva novela latinoamericana". Así, le quita un aura mágica, de aparición repentina e inexplicable, aunque también se deshace en elogios. "Es una de las obras más analizadas y sin dudas la novela más grande del siglo XX."
"No hay un boom", remarca Barcia, que ubica a García Márquez en la órbita de Jorge Luis Borges, el peruano José María Arguedas o el cubano Alejo Carpentier. "Ya hay un proceso desde los años 30 que prepara el terreno, con Borges, Arguedas, hasta Macedonio Fernández, al que descubrimos tarde." Con ellos se inicia, según Barcia, la muerte del "realismo fotográfico". Cien años de soledad consolida esta búsqueda de un realismo más integral, que presenta la totalidad del mundo y del hombre. No sólo es real que la policía aparezca golpeando a los trabajadores en una huelga, también lo son los sueños, los fantasmas y los mitos de un pueblo."
Barcia también habla de un momento especial, a fines de los años 60, en que se reúnen varios elementos: grandes editoriales que corren riesgos al publicar a jóvenes latinoamericanos, premios como el Seix Barral y una crítica que acompaña a esas obras. La cuarta pata, y fundamental, es el acceso de una gran cantidad de lectores a esta literatura. "La diferencia entre García Márquez y otros como Lezama Lima o Cabrera Infante, que también trabajaron sobre los distintos planos de la realidad, es que él generó una novela abierta a todo tipo de lectores."
Un aspecto fundamental, en ese sentido, es lo que Barcia define como una ruptura con la tecnolatría. "La exaltación de lo técnico, del punto de vista o los juegos entre planos de ficción, como herramientas de renovación de la ficción fueron activismo en esta etapa, llegando a generar una literatura minoritaria, pasto para profesores, críticos y autores." Irónicamente, la renovación pasó por lo viejo, por la narración previa a la literatura misma. "García Márquez vuelve a manejar registros de narrativas antiguas, es como la Sharazad de Las mil y una noches: prende en todo tipo de lector porque responde a esa apetencia natural por la fabulación. Si hay algún libro que no suena a libro, es el de él."
La presentación en Buenos Aires será el 24 de abril, en la Feria del Libro. Ese día reproducirán en video el discurso de Gabriel García Márquez, cuenta Barcia. Un consuelo para los que no puedan viajar al homenaje de Cartagena. Otro, serán las 612 páginas revisadas de esta edición de lujo, muy anotada y bien libresca.
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