Tuesday, April 17, 2007

Lectura comprensiva, Trujillo la matanza haitiana 1937 -II-

Noris Céspedes

Del Listín Diario, Matutino Dominicano

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El Masacre se pasa a pie (2da. parte) (Ensayo escrito por Raúl Lockward Céspedes)

El pasado lunes 2 de abril, Raúl hizo un primer análisis a este brillante libro de Freddy Prestol Castillo. Hoy continúa su ensayo.

“!Maldita dictadura que destruye los caracteres y envilece los hombres!...” Trujillo se desdobla en cada personaje que reprime y en cada réplica de su conciencia: “Y su risa sardónica, con que él puntualizaba sus historias de matanzas, se apagaba en la noche, al final de cada relato...”

Por esto, otra vez reflexiono, quizás lo anterior tenga que ver con que el joven abogado, abogado... se pregunte: “¿I dónde está el alma? ¿Existe el alma? ¿Y la conciencia? ¿Existe la conciencia?” De hecho, sí. Después de la matanza, los sicarios estaban transformados. Unos estaban locos, otros monómanos, víctimas de insomnio, y “en todos, la misma desolación. ¿Por qué han matado?” Y otro ejemplo no menos importante: “...La noticia de la muerte de Moraime Luis, a manos de los soldados, había abatido a doña Francina. “¡Maldito Gobierno! ¡Pobre Moraime!” Otros, como doña Francina, inquirían: “¿Te acuerdas de Alberto?... ¡Lo matán a palos!”

En realidad, lo que los dominicanos tenían con Trujillo era un pacto infernal, en el que él ofrecía vida a cambio de silencio. Ese pueblo era como una “prostituta espectral que ya dejó el oficio y, ahora, pide limosnas”. Probablemente esto explica que unos digan que “nuestros campesinos y trabajadores ven con desesperación cómo se degradan sus modos de vida, y no logran visualizar las profundas razones que desgarran a sus familias. La porosa inmigración desacredita al dominicano. Se le califica de “trabajador haragán. Sencillamente, porque tiene una mayor capacidad de negociación”. (Manuel Núñez).

-Bueno, yo no sé, pregúntele al “Superioi Comando”. A esto, el joven abogado, abogado, seguro contestaría:

“A Don Chepe no le interesaba saber qué es la República Dominicana. Le bastaban su tierra ancha, sus vacas y sus siembras, fomentadas por negros de Haití. En cambio, su única preocupación era ser miembro del Honorable Cabildo del poblado”. Además, “a pesar de los nuevos límites fronterizos, había zonas del país donde la población no pertenecía a la República, y era ajena a las disposiciones y leyes del Gobierno Dominicano”. (Moya Pons). Pero, en finÖ ¡Es la tiranía!

Mientras su mula “va saltando sobre los cráneos dispersos como los pedernales del río, pienso”... “En Haití hay hambre y odio de raza”. Y aquí también. “Parece que el destino de este pueblo es caminar. Ahora, en los dientes de cerdos y perros. El haitiano es un gitano negro bajo los cielos del Caribe. Su destino es caminar: huir de su tierra que está llena de látigos, como en el viejo tiempo cuando era una plantación francesa.

Pero no habrá alto en esa marcha. Después de la masacre, todavía andará la canilla por el llano, en boca de cerdos y perros”.

Tiene sentido afirmar como Hegel que como el tipo de régimen, donde uno solo es libre y todos los demás son criados, el despótico, ya cayó, aunque sigue latente en algunos, ya soy libre y puedo decir “si se leen obras literarias para adquirir cierta experiencia”, en las pasadas líneas está la mía.

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