Thursday, February 15, 2007

Lo erótico visual se impone a la literatura

Escritores del género señalan que esta corriente tiene exponentes clásicos pero pocos contemporáneos; novelas como la de Bataille forman parte de una literatura erótica que tiene exponentes clásicos y pocos narradores contemporáneos

Si el amor se huele, el erotismo se vibra. Tal como lo recrea Georges Bataille en Madame Edwarda cuando dice: "Temblaba; yo la miraba inmóvil; ella me sonreía tan dulcemente que me hacía estremecer. Al fin, me arrodillé; titubeando, puse mis labios sobre la llaga viva. Su muslo desnudo acariciaba mi oreja: me parecía escuchar un ruido de olas como el que se escucha en los caracoles marinos".

Novelas como la de Bataille forman parte de una literatura erótica que tiene exponentes clásicos y pocos narradores contemporáneos.

Con un lugar especial en las librerías, esta escritura se nutre de temas fundamentales como el deseo, que para el escritor Alberto Ruy Sánchez es el motor de la vida. "Es una dimensión central que atañe a la literatura en su investigación sobre la naturaleza de los humanos y cómo se relacionan, se piensan, se imaginan, se atraen o se repelen".

La novela erótica indaga en la seducción, las sensaciones a flor de piel, los divertimentos, el sexo, la inteligencia y la imaginación.

Sin embargo, ese género o subgénero literario no ha alcanzado a consolidarse en colecciones, a excepción de "La sonrisa vertical" que desde 1973 ha publicado, en México, más de 100 títulos bajo el sello de Tusquets Editores. Otros intentos no lograron fructificar.

A últimas fechas, por ejemplo, Colofón lanzó en su sello Axial Fervor textual, colección que publicará, afirma el editor Ramón Cifuentes, obras clásicas y luego editará a narradores actuales en este tema.

A esa situación, se suma la falta de una tradición narrativa y de escritores que se niegan a ser catalogados como autores eróticos porque es incómodo.

Ruy Sánchez afirma al respecto: "Buena parte de los libros que circulan bajo ese subgénero están llenos de lugares comunes, torpezas humanas y complacencias narrativas, o simplemente no existe el interés renovado del público".

El también escritor Andrés de Luna señala: "Yo preferí que mis libros El secreto de las cosas y El invierno apenas comienza no entraran a "La sonrisa vertical" sino a la colección Andanzas porque quería presentarlos como literatura y no como literatura erótica".

La negativa de tener un sello catalogado como erótico es compartida por la editora Marisol Schulz, de Alfaguara, quien asegura que el erotismo está presente en toda la literatura. "Creo que la literatura tiene que cubrir todas las temáticas y todas las preocupaciones del ser humano y de la actualidad. En ese sentido no debemos meternos en temáticas y que se descarten otras cosas, así como no tenemos un apartado de violencia en México; el erotismo no requiere una colección independiente".

Sin embargo, Tusquets ha mantenido por tres décadas "La sonrisa Vertical". Para su editora Ana Estevan representa el interés por no defraudar a los lectores más exigentes y seguir aportando textos que cumplan tres requisitos: que sean de gran calidad, generen en el lector cierta perturbación e inquietud, y les provoquen sensaciones eróticas; en suma, que lleven al lector a leer los libros con una sola mano.

México se caracteriza por una literatura con demasiado erotismo episódico, pero no por un grupo de practicantes del subgénero. Para Ruy Sánchez es una característica de las sociedades altamente reprimidas como la inglesa victoriana del siglo XIX y principios del XX, o la sociedad española franquista.

"En México hay también represión de lo sexual, es cierto, pero la literatura se ha dado permiso de ser y decir muchas cosas que van más allá de lo que tolera la capa más conservadora de la sociedad. Fenómenos como el del secretario de Gobernación retrógrado Abascal censurando activamente a Carlos Fuentes es un capítulo significativo pero no mayoritario en los medios culturales. Recientemente los supermercados censuran las portadas de los libros si les parecen inmorales".

Para el escritor que ha desarrollado una narrativa sobre el deseo en libros como En los labios del agua y Los jardines secretos de Mogador, la censura la genera el aislamiento y la concentración de la literatura exploradora del sexo. "Si hubiera una clara tradición de narrativa erótica en México sería signo de que estaríamos más reprimidos y limitados en nuestras instituciones culturales".

De Luna asegura que la gente se interesa más por un erotismo visual, por las películas pornográficas o algún tipo de imágenes cercanas a eso, que por la narrativa que exige otro tipo de compromiso.

De eso saben los libreros, quienes aseguran que los lectores buscan literatura erótica porque el anaquel siempre luce desacomodado, pero que en realidad compran más libros de sexualidad, es decir de técnicas. Héctor Pons, de El Sótano, dice que es muy común que la gente en estas fechas compre libros como El Kamasutra, "eróticos en el sentido de imágenes, posiciones sexuales, esos se venden mucho más que la narrativa erótica, también hay un apertura en los últimos años de libros de educación sexual".

A Andrés de Luna lo que más le conmueve son las escenas eróticas, los personajes enfrentados a una situación casi límite y donde cualquier roce es de un erotismo extremo, es decir, la intermitencia del deseo.

Para Ruy Sánchez el nuevo reto de la narrativa erótica es atreverse a existir con la sensibilidad abierta sin que le importe ser descalificada por el machismo, el ridículo o la cursilería. Es "atreverse a romper la prohibición del dedo macho levantado al aire como el del maestro dogmático diciéndole al mundo hasta dónde sentir y que no puede atreverse a tratar de tocar los sueños de la amada piel adentro".


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