Friday, November 09, 2007

"Me da rabia la gente que dice que lee libros para dormirse, yo los escribo para que se despierten"

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ruth pérez de anucita

Donostia. Cuando las presentaciones, los talleres y los recitales le presten algo de tiempo, Pako Aristi desarrollará un par de ideas para construir una novela y una obra de teatro, un género en el que se estrena. "Hace un par de años escribí mi primera obra para aprender un poco la técnica. Y estoy leyendo piezas de Arthur Miller, Henrik Ibsen, Tennessee Williams, Alfonso Sastre...". Mientras tanto, ayer presentó su primera antología en castellano -ya se habían traducido los cuentos Los informes informales (Hiru, 1996) y la novela Las buenas palabras (Erein, 2004)-, una colección de relatos breves, poemas, reflexiones, crónicas de viajes, ensayos, recuerdos en la que el escritor proporciona "una visión social y también existencial de cuál es mi lugar en el mundo".

No ha querido traducirlos.No quería. Cuando se vive el proceso creativo por dentro, se da una distorsión, porque hay cosas que quieres decir cuando escribes que no consigues plasmar y el lector recoge, quizá, otras cosas. Hay matices que se pierden en el camino. Llega un punto en el que el autor no acaba de conocer del todo sus textos y es preferible que lo haga alguien desde fuera. Tengo una anécdota muy simpática al respecto. Hace años, un primo mío al que no le gusta leer nada tuvo que hacer un trabajo en el instituto sobre una novela mía. Me pidió que le hiciera el trabajo: cinco folios. Era lo típico: argumento de la obra, descripción de los personajes, tema, un comentario de texto... Él estaba muy contento. Creía que iba a sacar un sobresaliente, pero le pusieron un aprobado raspado, un 5,5. Le dije que yo no había tenido la culpa, que había escrito lo que creía que se cuenta en esa novela, pero llegué a la conclusión de que el profesor no veía en esa novela lo que yo creía que había escrito. Una obra se construye entre dos, el autor y el que lo lee, y por eso desconfío de que el autor conozca realmente lo que escribe. A veces es distinta la intención de lo que querías hacer comparada con lo que has plasmado. Y por eso prefería no traducir, y también por cierta comodidad. Cuando acabas un libro, ya estás pensando en el siguiente, planeando, escribiendo retazos... Tienes en la cabeza la siguiente historia, que es lo que te apasiona realmente. A mí no me agrada volver los pasos atrás para traducir un cuento que escribí hace seis años. Yo me muevo por pasiones. Y me apasiona lo siguiente que voy a escribir.

No concibió estas tres 'libretas' como una trilogía pero ahora ha percibido una unidad. ¿Qué hilo les une?

Que prescindo de la ficción, de crear personajes o argumentos para transmitir mi visión del mundo. Soy yo. Soy yo el que pasea por el bosque, el que coge el tren y viaja. Me convertí en un personaje de mí mismo. Aquí preferí mostrar lo que veo y siento, lo que me preocupa. Hay, además, un intento de deshacer barreras de género literario. Hay poesía, pero es una poesía muy narrativa. Hay narrativa, pero es muy poética.

Quizás es por ese "yo" tan presente, pero se muestra muy seguro en sus ideas y argumentos. ¿Es una apariencia literaria o...?

Cuando tenía 38 ó 40 años pensé que ya tenía edad para decir lo que pienso sobre las cosas. También soy periodista y siempre tienes que mantener un recato, disimular un poco tus opiniones, porque pueden gustar o no... Tratas con mucha gente y mantienes una reserva sobre tus propias convicciones. Llegó un momento en el que decidí quitarme el recato, y escribir lo que pienso y lo que siento sobre este país. Hay cosas que no se dicen porque a alguien le pueden doler, y cuando le veas puede haber un momento de tensión y en este mundo cultural, literario, periodístico andamos siempre manteniendo que no haya muchos choques, porque nos vemos continuamente. Pero llegas a una edad en la que ya no tienes que disimular para nada, y dices lo que piensas, lo dices con humor, si puede ser, y si no con respeto, sin faltar a nadie. Ése es el germen de esa seguridad que me atribuyes. Es importante remarcar la edad porque al filo de los 40 sientes que conoces dos mundos, el anterior, el que conociste de niño, en tu juventud y el de ahora, que se está renovando continuamente. Yo conocí un mundo sin ordenadores. Cada invento crea nuevas formas de ver el mundo.

Estudió Periodismo porque quería escribir. ¿Le ha ayudado como entrenamiento?

Desde los diez u once años leía periódicos, recortaba, hacía collages . Tengo un enamoramiento con el periódico como medio de comunicación, que no tengo ni con la televisión ni con la radio. A la hora de escribir, el periodismo te da concreción, el gusto por el detalle, que es muy positivo para la literatura. La literatura es una cosa muy nebulosa, que queda en las nubes y a mí me gusta traer lo que hay en las nubes. Cuando escribo artículos de opinión, muchos lectores me dicen que cojo unas ideas generales, que flotan sobre el ambiente, las bajo y las pongo en un caso, un ambiente concreto. Es una de las ayudas del periodismo. Luego está la ayuda económica. Son dos caminos paralelos: escribir literatura o periodismo. El camino literario no da para mucho; sobrevives con el periodismo. Cuando estoy sobrado de dinero, abandono por rachas, por semanas o meses el periodismo y me centro en escribir mis novelas.

No sé si acepta el calificativo "librepensador". ¿Se identifica? ¿Cree que el carácter vasco favorece el 'librepensamiento'?

Mucha gente escribe panfletos, a favor o en contra del plan Ibarretxe o del tren de alta velocidad. Son artículos de opinión que tienen un fundamento partidista, político. Esos artículos no me interesan. Hablan de lo que ya se sabe. A mí me gusta que me sorprendan con algo distinto, personal, intenso. Creo que cuando se escribe un artículo de opinión, hay que dar algo de sí mismo. No se puede tomar unas ideas de Batasuna, por ejemplo, y meterlas en la bolsa, o utilizar ideas constitucionalistas para justificar que Ibarretxe sea juzgado. Eso me parece pobre. El que escribe tiene que dar algo de sí mismo, y es lo que yo procuro. Ver las cosas a través de tu propia conciencia. No me sirven las pautas de interpretación sociales que tienen los partidos políticos. En el País Vasco funcionamos mucho a través de partidos políticos o grupos sociales que nos unen y nos protegen: aprender euskera en AEK, o la gente del gimnasio... Esos ambientes planean tu vida. A mí me gusta andar a mi aire, y perderme, y si me pierdo, me pierdo yo. Siempre he sido bastante individualista como forma de funcionamiento social y también a la hora de pensar. No sé si en Euskadi hay mucho librepensador pero sí hay muchos tránsfugas ideológicos. Y lo interesante es poder ver la realidad por encima de todas esas barreras.

Una escritora euskaldun comentaba hace poco que antes leer en euskera tenía un significado que iba más allá y que ahora hay una desproporción entre lo que se publica (mucho) y lo que se lee (menos).

Comparto el diagnóstico de que hay una desproporción de cantidad de títulos. Cuando yo publiqué mi primera novela, se hizo una tirada de 4.000 ejemplares. ¡Para un autor desconocido de 20 años! Es una burrada. Ahora se hacen tiradas de 1.000 ó 1.500. Las tiradas han mermado, pero hay más títulos. Se ha dado esa evolución en el mercado, y creo que es una evolución natural de una literatura que viene de una situación concreta, en la que el idioma estuvo prohibido, algo que yo no conocí. Empecé a leer en euskera a los 15 años en el instituto, sin ningún tipo de conciencia de hacerlo por el euskera. Leía porque me gustaban los libros. Si llego a leer tres libros en euskera que no me gustan, igual no habría leído literatura vasca jamás. Lo de ahora son modas. Creo que el libro se ha acabado convirtiéndo en una propuesta más de ocio que tal vez está hipervalorada. Tengo la impresión de que antes era más un bien cultural, que la gente leía para aprender cosas, para formarse. Ahora tal vez se lee más para pasar el tiempo. Por eso hay gente que dice: ¡Qué libro más bueno! No pude parar hasta acabarlo y lo acabé en un día. A mí eso me parece mal. Yo quiero que la gente esté con mi libro tres meses. Está escrito para que dure tres meses, o seis. Y me da rabia la gente que dice que lee libros para dormirse por la noche. Yo no quiero que la gente se duerma con mis libros, quiero que se despierte, en una faceta u otra, que tenga un destello que le haga cuestionarse.

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