Monday, November 26, 2007

Fernando del Paso colecciona colombianos

Servicios Google/El tiempo, Bogotá, Co

Llegaron a pensar que él (1935), ganador del segundo Premio FIL de Literatura, no asistiría a recibirlo en la ceremonia inaugural de la feria. Apenas el domingo pasado lo operaron de emergencia.

Por eso, sus palabras de aceptación estaban consignadas en un video que comenzaba: "Los discursos no se dedican. O eso parece".

En su presencia, sentado entre Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, alcanzaron a escucharse esas dos frases antes de que Del Paso interrumpiera la proyección para leer su discurso en el momento.

Después de explicar que estaba presente con autorización médica y que no asistiría a los demás compromisos porque volvería al hospital, el autor de Noticias del Imperio, les dedicó el discurso a dos amigos suyos, escritores: el colombiano Antonio Montaña y el mexicano José de la Colina, que fueron sus "primeros maestros y compañeros literarios".

Del Paso anunció que el suyo sería un discurso 'embutido' porque tocaría muchos temas (tal como, según él, fue su novela José Trigo, escrita a los 27 años, cuando padecía de un cáncer). Evocó su amistad con Juan Rulfo, en cuyo nombre se instituyó el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe, ahora Premio FIL.

Y a lo largo del recuento dejó claro por qué él lo sigue llamando por su nombre original. Porque Del Paso, actual director de la Biblioteca Octavio Paz, de la Universidad de Guadalajara, ayudó a crearlo hace más de 17 años. Y se desvinculó del galardón cuando vio que él mismo era candidato a recibirlo.

Del Paso resaltó su alegría porque su premio coincide con que Colombia es el país invitado de honor a la feria. "Es el país de América Latina que más quiero, a excepción de México y Costa Rica (...). Déjenme decirles que yo gozo un ajiaco, con sus guascas y su buena variedad de papas, tanto o más que un colombiano en el exilio (...). Y ya no como colombiano imaginario o postizo, sino como mexicano y latinoamericano, me duele la larga, infinita violencia que ha sufrido ese país tan querido".

Amigos nunca olvidados

Y dijo que el nacimiento de su devoción por Colombia se debe al "primer dedicatario" de su discurso: Antonio Montaña, que le presentó a De la Colina y a Mutis. Evocó los momentos en que juntos: Del Paso, Montaña y De la Colina se reunían los sábados en su casa, cada uno con una Olivetti portátil para escribir "si no al alimón, sí al unísono". Y recordó cómo el moisés del hijo mayor del pintor Fernando Botero terminó acunando a su primer hijo, por intermediación de Montaña.

"Cuando Montaña regresó a Colombia, nos dejó, como regalo, un cuadro de Botero. No sabía, entonces, que nos estaba regalando una casa", leyó Del Paso, en un emotivo y lento discurso interrumpido muchas veces por el flujo nasal.

Más adelante, Del Paso exaltó su amistad con Mutis, a quien evocó cuando hacía la locución de Los Intocables, y con García Márquez, a quien pudo ver cuando estaba escribiendo Cien años de soledad.

"Y después y con el correr del tiempo -agregó- mi esposa y yo seguimos coleccionando colombianos. Amigos muy queridos, nunca olvidados, entre ellos Nicolás Suescún, Fernando Arbeláez, Juan Clímaco Arbeláez, Néstor Sánchez, 'Pacho' Norden, Nancy Vicens, Juan Gustavo Cobo Borda, R.H. Moreno Durán, Bernardo Hoyos, y muchos más".

'Le presté el entusiasmo por los libros'

La primera dedicatoria del escritor Fernando del Paso al recibir el segundo Premio de la Feria del Libro de Guadalajara, el pasado sábado, fue para el escritor e intelectual colombiano Antonio Montaña.

Su entrañable amistad comenzó a principios de los 50, después de que Montaña se exiliara en México.

Se conocieron en una compañía de publicidad, donde ambos trabajaban como copies, algo que Montaña alternaba con su carrera de filosofía y letras. "Fue una amistad muy a fondo. No nos tomábamos una cerveza sin leer antes a Quevedo. Cuando nos aburríamos de la pobreza de vender jabones y papel higiénico, qué mejor cura que algo tan noble como el idioma", dice Montaña, que actualmente escribe Dineros del diablo, un libro sobre las desventuras de la economía colombiana.

"Él era ajeno a la literatura, pero manejaba un español maravilloso sin ser todavía un español culto. Yo le presté el entusiasmo por los libros", comenta.

El día en que se hizo pública la noticia del premio a Del Paso, Montaña lo llamó a México. Pudieron hablar muy poco, pero ambos se emocionaron. Se habían visto por última vez hacía dos años, en Bogotá. Del Paso vino de visita.

Una de sus tareas fue rastrear un texto -el primero que escribió- que le había enviado a Montaña, cuando este ya había regresado a Colombia, para que le ayudara a publicarlo en el suplemento cultural de EL TIEMPO. El texto nunca apareció ni fue publicado. Del Paso no tenía copia. "Nos entristeció que se hubiera perdido para siempre", concluye Montaña.

LILIANA MARTÍNEZ POLO
ENVIADA ESPECIAL DE EL TIEMPO
GUADALAJARA (MÉXICO)

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