Saturday, January 27, 2007

“La mía es literatura para supervivientes”


Retrato hablado de la periodista y escritora española, Rosa Montero

Por: Elia Baltazar

Periodista y escritora española, a Rosa Montero se le reconoce tanto por lo primero como por lo segundo. Aunque ella preferiría cambiar el orden de los adjetivos: "El periodismo es un oficio que me gusta mucho y me ha dado mucho, pero no es más que un trabajo que podría dejar mañana. La narrativa, en cambio, es mi manera de ser, mi manera de vivir".
Ha descubierto que la suya es una literatura de supervivientes. Se define como un zorro en su labor de escritora: "siempre en busca de nuevos paisajes". Detesta la sobrevaloración de intelectuales y escritores y le irrita la narrativa con apellido, ya sea ecologista, pacifista o feminista, "aunque yo como ciudadana pueda ser todo eso".
Sabe que hoy los buenos libros compiten despiadadamente con la novela utilitaria, de quiosco, el best seller. "En todo el mundo hay una literatura utilitaria. El mercado literario ha cambiado mucho, ha introducido las mismas técnicas, muy agresivas, de la publicidad. Que por un lado han venido bien porque han acercado el libro a la gente, pero también han ramificado mucho el libro, por eso vemos esas pilas de bests sellers que han puesto mucha presión en la escritura. Sin embargo, un autor de novela debe estar al margen de esas presiones económicas, y aunque debe adaptarse, también debe hacer la gimnasia necesaria para defenderse de esa presión y no permitir que afecte su libertad interior".
Embarcada en el género de la aventura que desarrolló en su novela, Historia del rey transparente, Rosa Montero es muy clara a la hora de distinguirla: "la novela de aventura es un reconocimiento de lo que somos, un viaje existencial a las profundidades de la realidad, mientras que lo otro, el best seller, está hecho para huir, para escaparse, aturdirse y no pensar".


"La novela es una esquizofrenia autorizada"


Un torrente de ideas se dispara en las palabras de Rosa Montero, a la hora de conversar sobre su obra literaria y defenderla de los clichés: "No tengo interés en escribir sobre mujeres. Escribo sobre el género humano".
Así fluye la conversación con Montero acerca de sus pasiones literarias y los caminos recorridos como lectora apasionada de la historia que la llevaron a escribir Historia del rey transparente.
"Es un libro de madurez, el más ambicioso y complejo que he escrito. Una cosa que me enorgullece es que esa complejidad no se nota. Aparentemente es muy sencillo, y esa aparente simplicidad es un logro de la madurez. John Steinbeck decía: ‘Lo mejor es siempre lo más simple’. Lo malo es que para ser simple hace falta pensar mucho. Este libro no lo hubiera podido hacer antes, porque no tenía la libertad interior para hacerlo, esa seguridad para meterme en una historia de aventuras.
"De los libros que he escrito, es el que más se acerca a esa idea de libro esencial que llevas en la cabeza desde la infancia. Esos libros que me formaron como lectora y como persona, libros maravillosos de aventuras que me explicaron cómo era el mundo: El libro de la selva, de Rudyard Kippling; Moby Dick, Herman Melville, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Son luminosos y tremendos libros de aventuras que ofrecen un modelo del ser humano y una explicación del mundo.


Mujer… es insumisa



Historia del rey transparente transcurre en el siglo XII, la Edad Media. Tiene como protagonista a una mujer de nombre Leola, que aparece en las primeras páginas como una pobre campesina esclava, más adelante se convierte en caballero de armadura y al final vuelve a su identidad femenina, pero con otra piel y la vida transformada.
"Seguimos las peripecias de Leola de los 15 a los 40 años para que nos cuente cómo uno puede crearse saliendo de la nada, como ella, que es analfabeta, absolutamente ignorante. Y de la nada consigue un éxito de vida, que para mí es tremendo: el entendimiento de sí misma. Cuando Leola se pasa el primer tercio de la novela vestida de hombre, el segundo a ratos de hombre y a ratos de mujer, y el tercero de mujer, lo que cuenta es el conflicto que todos, hombres y mujeres, tenemos en nuestra vida: aprender a encontrar nuestro lugar en el mundo, saber quiénes somos, aceptar nuestra identidad, saber cuáles son nuestros deseos, que son tan difíciles de desentrañar debajo de los que los demás nos mandan. Ese aprendizaje es fundamental: conseguir una vida coherente, aceptando lo que uno es. De eso habla la novela.
"¿Y por qué una mujer como protagonista? ¿Y por qué no? Noventa por ciento de los protagonistas de novelas son del mismo sexo que el autor. Es normal porque las novelas son como sueños diurnos, y cuando uno se sueña por la noche, lo hace como lo que es: hombre o mujer, a veces te sueñas pájaro, pero normalmente uno se sueña lo que es porque así es el inconsciente. Esto no quiere decir que no hagas incursiones. De mis nueve novelas, hay una que se llama Amado amo, en la cual el protagonista es un hombre: César. En mi próxima novela el protagonista absoluto es un hombre".
Abordar y perfilar personajes femeninos en nada facilita su labor como escritora. "Se trate de una mujer del siglo XII o de una actual, siempre será complicado meterte en otros personajes. La novela es una esquizofrenia autorizada: te vives en otras vidas, eres otros, pero no te encierran por eso.
"Aclaro que no tengo algún interés en escribir sobre mujeres. Una cosa que me saca de quicio, que viene del sexismo en el que nos educan a todos, es que cuando una mujer escribe una novela protagonizada por una mujer, la gente considera que está escribiendo sobre mujeres. Cuando un hombre escribe una novela protagonizada por un hombre, la gente considera que está escribiendo sobre el género humano. Yo escribo sobre el género humano, lo que pasa es que 51 por ciento del género humano son mujeres. Y no estoy hablando de mujeres al poner un protagonista mujer, sino de lo que somos los seres humanos. Pero ya va siendo hora de que los hombres se identifiquen con las protagonistas femeninas, de la misma manera que nosotras nos hemos identificado durante siglos con los protagonistas masculinos. De esta manera todos seremos más libres y abiertos.
"Además, detesto la narrativa con apellido: así sea feminista, pacifista, ecologista, aunque yo como ciudadana sea todo eso. Pero el sentido de escribir es otro: es la búsqueda del sentido de la existencia. Uno escribe para aprender, para entender. Y tú no puedes comenzar ese viaje de descubrimiento llevando las respuestas previas. Eso es la traición al sentido de la escritura. Julio Ramón Ribeyro, escritor peruano, decía que una novela madura exige la destrucción del autor. El autor maduro va borrándose como ser consciente a la hora de escribir, deja que sus personajes cuenten la historia y vayan creando la novela. El autor maduro deja que hable su inconsciente más profundo, que está más allá de los prejuicios, los dogmas y la ideología".
Su posición frente a la literatura no excluye en ella a la mujer de posiciones: "He mantenido posiciones frente a las cosas o situaciones cuando he sabido tenerlas. Creo que el mayor compromiso que tengo es pensar la vida, intentar salir de los tópicos amparadores de grupos, que son tan fáciles para resolverte. Creo también que la vida debe tener un sistema ético, de valores. Y la primera exigencia moral es intentar reflexionar sobre ti mismo. Si te piensas las cosas por ti mismo estarás haciendo justamente lo que debe hacer un intelectual. Hay cantidad de escritores estupendos que dicen muchas tonterías, que no tienen ni puta idea del análisis político y social. Y no tienen que saber más que el picapedrero, la literatura no obliga a lo político o a lo social.
Puedes tener una conexión con el inconsciente, una capacidad metafórica para hablar de los infiernos profundos del ser humano y ser incapaz de analizar la situación contemporánea, son cosas distintas.
Por eso detesto esta sobrevaloración del intelectual y del escritor: como si debieran tener la respuesta para cualquier cosa, política o social, como el oráculo de Delfos".


Placebos literarios


En este mundo de autores que se multiplican, Rosa Montero se mira como una autora afortunada.
"He trabajado mucho pero también hace falta suerte. Conozco amigos escritores buenísimos, que me encantan, y que no consiguen eso. Claro, me lo he ganado con trabajo. Jamás me he copiado a mí misma o intentado irme por lo fácil. Jamás he escrito para complacer a nadie sino a mí misma y eso es difícil porque hay mucha presión exterior".
Como sea, la gente sigue su obra, la reconoce: "Debajo de esa aparente variedad en mis libros, hay una misma mirada, un mismo escritor y un universo muy estable y coherente. Se puede hablar de una línea que me lleva internamente de una novela a otra. No es una ruptura sino una continuidad y sé cuál es: la literatura del siglo XXI es una literatura de perdedores, los héroes son antihéroes, y yo también pensé que hacía una literatura de perdedores, hasta ahora que me he dado cuenta de que no, que la mía es una literatura de supervivientes, todas mis novelas son de supervivientes. Es una obviedad pero no me había dado cuenta hasta ahora. Estas son marcas que son sustanciales en la mirada del mundo y que van apareciendo aunque vayas cambiando de libro. Supongo que la gente se identifica con eso".
Para Rosa Montero, la novela de aventuras de ninguna manera escapa de la realidad. Al contrario, profundiza en ella: "La vida es una aventura y la novela de aventuras es un reconocimiento de lo que somos. No es escaparse de la realidad, sino internarse, profundizar en ella. Ahora, habría que aclarar que no hablamos de El Código da Vinci –que no he leído, eh?– Pero si a eso llamamos novela de aventuras, estamos definiéndola mal.
"El género best seller está hecho para la venta, para huir de la realidad, para escaparse, aturdirse y no pensar. Los escritores que están enfocados en la elaboración de los best seller tienen éxito porque siempre escriben el mismo libro, y sus lectores los compran sin riesgo de que, de repente, se les cuele algún pensamiento; es decir, nunca correrán el peligro de que el autor los sorprenda, los haga reflexionar o sentir algo. Sólo buscan un aturdimiento y lo compran".

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