Tuesday, August 07, 2007

«La ficción nos ayuda a recordar que estamos hechos de sueños»

Servicios Google/eldiariomontanes, España
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José María Merino recorrió en el Paraninfo de La Magdalena su universo literario como pretexto para auscultar el oficio de escritor
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«Uno con los años va aprendiendo algo del oficio», ironizaba ayer José María Merino antes de protagonizar una nueva jornada de los Martes Literarios, el ciclo con el que la UIMP y EL DIARIO MONTAÑÉS propician el encuentro semanal en La Magdalena con algunas de las firmas más relevantes de la literatura española contemporánea.

El narrador leonés regresó a Santander con su último trabajo, 'El lugar sin culpa', aún reciente; una obra, que ayer vertebró sus reflexiones en el Paraninfo, nacida tras un largo proceso y de la que el propio autor dudó si se trataba «de un cuento o un barrunto de novela», motivo por el cual permaneció durante varios años en el escritorio hasta que salió a la luz este año.

Además de servirle para ganar el premio Torrente Ballester, 'El lugar sin culpa' ha dejado una profunda huella en su autor, al que hizo dudar incluso, según reconoció ayer, sobre la diferencia entre el cuento y la novela: «Cuando me viene un cuento es como si fuera una iluminación», mientras que la novela «tiene mucho que ver con una investigación» y «se da vida a sí misma», de modo que es más difícil prever su evolución. Y 'El lugar sin culpa' pasó de cuento a «una novela muy larga» hasta transformarse en «una 'nouvelle' de menos de 200 páginas».

En su encuentro con los lectores, Merino (A Coruña, 1941) trazó «una reflexión sobre el qué de la creación literaria», con su propia obra como excusa, en un diálogo en el que pretendía llegar mucho más allá: al ejercicio de trasladar las ideas en palabras; a los rudimentos del oficio de escritor: «Para mí escribir es siempre difícil. El bolígrafo no se mueve solo, y la escritura es un esfuerzo físico, como trabajar con materiales, aunque las palabras no se puedan tocar; es un esfuerzo por plasmar materialmente algo que procede del mundo de las ideas».

Literatura infantil

A lo largo de su extensa carrera, el narrador también se ha detenido en la literatura infantil y juvenil, con varias incursiones en un género que «no consiste en hacer un producto edulcorado y lleno de diminutivos». Según su propia experiencia, «al escribir para niños las dificultades no son menores que al hacerlo para adultos. Hay que cambiar el código, utilizar palabras más sencillas y tal vez no complicar mucho el libro, pero también servir de introducción a la literatura». En definitiva, «hacer algo más accesible sin renunciar a los principios estéticos» ni a la «metaliteratura».

En todo momento, subrayó el valor de la ficción como «el modo originario en el que los seres humanos aprendemos a entender el mundo; y no un elemento de la cultura, sino que es el propio hombre el producto de la ficción».

El escritor de 'Las visiones de Lucrecia'y 'La orilla oscura' recordó que la literatura «lleva demostrando su eficacia, vigencia y fortaleza durante centenares de años»; y consideró que «la ficción ayuda a no olvidar que estamos hechos de sueños, a entender la realidad y a reconciliarnos con ella.

Realidades compatibles

El autor de 'El heredero' también se refirió a la eterna «crisis de la palabra escrita» y, en particular, al estado de salud del cuento, uno de los género que con más frecuencia y facilidad ha visitado: «El cuento literario es uno de los refinamientos de la ficción expresiva y como género es más antiguo que la propia novela», sostuvo el autor de 'Novela de Andrés Choz', quien se felicitó de que «ahora posee y vive cierto vigor entre autores consolidados y escritores jóvenes, aunque sea un género que no goza del favor editorial ni del de los lectores, que generalmente prefieren la novela».

Tampoco encuentra Merino ninguna contradicción entre el libro tradicional y las nuevas tecnologías, especialmente internet. De hecho, reivindicó este nuevo medio como un soporte perfecto para uno de sus géneros predilectos y recurrentes: el cuento. «Están apareciendo muchísimos microrrelatos y cuentos, porque su propia extensión favorece su penetración» en la red, de modo que auguró que internet supondrá «más profundización» en la creatividad. Su optimismo se tradujo también al futuro del papel como soporte y del libro como formato: «El papel seguirá vivo porque es un producto cómodo, barato, que gasta poca energía y que se puede transportar fácilmente», con lo que no se puede hablar de «problemas» entre ambas realidades.

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