Sunday, December 30, 2007

2007, bajo el hechizo de Gabo, Macondo y tierras colombianas

Servicios Google/La Nación, Argentina


Por Gabriela Mayer. Buenos Aires. DPA.-

Como si fuera un mago no solo de las palabras, sino también de los números, Gabo festejó asimismo este año los 60 años de la publicación de su primer cuento, 40 de la edición de su novela emblemática "Cien años de soledad" y 25 de haber sido galardonado con el Nobel de Literatura.

El IV Congreso Internacional de la Lengua Española en Cartagena de Indias le tributó un emotivo homenaje en su sesión inaugural, a lo que el escritor colombiano más célebre de todos los tiempos y padre del realismo mágico respondió manifestando ser "un artesano insomne" que "no sale de su sorpresa por todo lo que le ha sucedido".

El evento a fines de marzo también fue escenario de la presentación de la edición conmemorativa de la mítica saga de los Buendía en Macondo, con revisión del propio autor y preparada por la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española, un honor conferido anteriormente sólo al Quijote.

La novela que otrora le abriera las puertas al reconocimiento internacional se convirtió en un éxito en su nueva edición: en España vendió unos 160.000 ejemplares y otros 650.000 en América –con unos 240.000 en México–, para un total global de unos 800.000, según cifras proporcionadas del Grupo Santillana.

Aracataca, que vio nacer a Gabito en 1927, tuvo su esperado protagonismo. Celebró el cumpleaños de su hijo más célebre con 80 cañonazos y se emocionó con el regreso de Gabo tras 24 años de ausencia en el "Tren amarillo de Macondo". Además se construye allí la Casa Museo García Márquez en la vivienda donde nació el escritor, cuya inauguración está prevista para 2008.

Y en una demostración de que el realismo mágico sigue interactuando con el séptimo arte, "El amor en los tiempos del cólera" llegó recientemente a la pantalla grande, con Javier Bardem encarnando a Florentino Ariza, aunque en una adaptación en inglés.

Gabo también asistió a la XXI Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde participó de un emotivo homenaje a su amigo Álvaro Mutis. Ambos encabezaron la nutrida delegación que presentó Colombia, en su carácter de país invitado a la FIL.

Mientras, la capital colombiana organizó "Bogotá 39", donde una nueva generación de 39 escritores menores de 39 años –entre ellos el mexicano Jorge Volpi, el peruano Santiago Roncagliolo y el argentino Gonzalo Garcés– debatió los rumbos de la literatura latinoamericana. El evento se llevó a cabo como parte de las celebraciones de Bogotá Capital Mundial del Libro 2007, designación otorgada por la Unesco.

2007 fue testigo además del aniversario redondo de dos autores lusos, uno de ellos premiado con el Nobel, el otro eterno candidato: José Saramago y Antonio Lobo Antunes. Saramago presentó a sus 85 años "Las pequeñas memorias", cuyo escenario es su Azinhaga natal. Lobo Antunes, en tanto, cumplió 65 y fue distinguido con el Camoes, el más importante premio literario en lengua portuguesa.

El Cervantes y el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos recayeron en dos escritores residentes en México y con un fuerte compromiso: Juan Gelman y Elena Poniatowska. El galardón más prestigioso de las letras hispanas fue a manos del argentino, un defensor de los derechos humanos con una extensa trayectoria poética, a la que este año sumó "Mundar".

A su vez, el Premio FIL de Literatura Latinoamericana y del Caribe quedó en manos del mexicano Fernando del Paso.

Wednesday, December 26, 2007

Conrad, el mar y la literatura

Servicios Google/AS.cpm, España

Sebastián Álvaro

Este diciembre se conmemora el 150º aniversario del nacimiento de un congénere de esos que nos ayudan a confiar un poco más en nuestra propia especie. Su nombre: Józef Teodor Konrad Korzeniowski, aunque él prefirió llamarse Joseph Conrad. A los 12 años ya era huérfano de padre y madre y había conocido el exilio merced a las actividades de su padre Apollo, un noble polaco, firme defensor de la independencia de su país frente al imperio ruso. A los diecisiete, y a pesar de que sólo había visto el mar una vez, decidió hacerse marino. El mar se convirtió en su nuevo territorio, donde la aventura era el fin y los medios poco importaban. Lo mismo navegaba hacia el Caribe que contrabandeaba armas para los carlistas españoles (él, un hijo de un revolucionario izquierdista ayudando a la carcunda hispana, que todavía sigue coleando en el País Vasco) o para los conservadores colombianos. Aunque, en apariencia, el dinero no parecía importarle mucho. Huía de sus bolsillos con inusitada rapidez y en cantidad muy superior a sus ingresos.

Poco después el joven Conrad intentaría suicidarse de un tiro tras una serie de no muy brillantes inversiones, entre las que se incluyó la visita al Casino de Montecarlo, en un intento desesperado por rehacer su maltrecha economía. Falló, para alegría de todos los que le hemos leído en estos 150 años, y regresó al mar. "Si he de ser marinero, seré marinero inglés", escribiría más tarde. En 1878 comenzó una nueva vida para Conrad, en la que descubriría los secretos del mar y de la lengua inglesa, los dos territorios que iban a conformar sus otras vidas.

Alos 32 años empezó a escribir una novela en la lengua en la que se había iniciado tan sólo once años antes. A los 37, dejó de forma definitiva el mar para dedicarse a la literatura. En los años que siguieron fue considerado traidor a su patria y a su lengua, genio vivo de las letras inglesas y también fenómeno de feria. Cuando murió, a los sesenta y seis años, en su vida se contaban además de múltiples singladuras y aventuras, más de veinte libros y la aureola de haber cambiado para siempre el arte de la novela. Sólo una de ellas El Corazón de las tinieblas, valdría para redimir toda una vida, es el prototipo de novela de aventuras y uno de los clásicos de la literatura de todos los tiempos. Como ha escrito Juan Gabriel Vásquez, Conrad fue experto en "asumir el riesgo más violento para un ser humano: el cambio de vida, el desprendimiento de su pasado". En estos días es posible que a muchos de ustedes no les sonría la vida. Quizás el desamor, el trabajo, o la vida en general, no le sean propicios. Arriésguense, y luchen por aquello que desean. Para 2008 es el mejor deseo que me gustaría regalarles. Aprendan de Conrad. Pueden estar seguros de que regalar un libro de Conrad es un verdadero acierto.

Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'

Literatura inspirada por la inmigración

Servicios Google/Reuters, elsalvador.com

Narrativa latina se encuentra en plena expansión en el gusto de lectores estadounidenses

L a inmigración tiene un profundo impacto en los autores de origen latinoamericano que crecieron en Estados Unidos, quienes transformaron esa experiencia en el eje de su literatura.
Sus libros hablan de la búsqueda de la propia identidad, el racismo y la experiencia de ser extranjero en Estados Unidos. Por eso, encontraron un público lector en ese país.

"Los escritores latinos son totalmente diferentes de los latinoamericanos", dijo Ilan Stavans, crítico cultural y profesor de literatura latinoamericana en el Amherst College.

"El 'boom' no los afectó. Son una generación que leyó autores estadounidenses", agregó, aludiendo a los grandes escritores de la década de 1960, como Gabriel García Márquez o Julio Cortázar.

El principal nombre entre los jóvenes escritores es Junot Díaz, autor de origen dominicano cuyo último libro entró en la lista de los mejores del 2007 del periódico The New York Times y del Washington Post, entre otros.

En "The Brief Wondrous Life of Oscar Wao" ("La Breve Extraordinaria vida de Oscar Wao"), Díaz cuenta la historia de un joven gordito e inseguro que quiere ser escritor de ciencia ficción, miembro de una familia de inmigrantes que escapó de la dictadura de Rafael Trujillo y se mudó para Nueva Jersey.

DOS MUNDOS
La experiencias de la inmigración y de ser latino desde el punto de vista "étnico" también encuentra eco en autores como Manuel Muñoz, quien creció en California influenciado por la cultura "chicana", o con Susana Chávez-Silverman, que mezcla español e inglés en su ficción, señaló Stavans.

"Son novelas sobre el crecimiento, sobre encontrar la propia identidad, algo que no se encuentra en la novela latinoamericana", agregó el profesor.

Pero hay también autores de origen latinoamericano que se mudaron a Estados Unidos y que mantienen el diálogo con sus países de origen, buscando historias ambientadas en la nación que dejaron.

Es el caso de Daniel Alarcón, que nació en Lima en 1977 y se trasladó con su familia a Estados Unidos cuando tenía tres años. Él se siente "viviendo entre dos mundos, el mundo peruano latinoamericano y el mundo norteamericano".

Alarcón, quien lanzó este año "Lost Radio City" (Radio Ciudad Perdida) aparece en la lista de la revista británica Granta como uno de los mejores novelistas estadounidenses y, al mismo tiempo, en una selección de mejores autores latinoamericanos.

"Es sorprendente que aparezca en ambas listas", dijo el escritor a Reuters en una entrevista.
Para el autor, que escribe en inglés, la experiencia de ser inmigrante está integrada a su vida y no necesariamente forma parte de su literatura.

"Simplemente es mi vida diaria, mi vida normal, vivo en mi barrio con mis amigos gringos, amigos latinos, amigos de todo el mundo, con mi familia hablo español, con mis amigos hablo español o inglés, es lo más normal", agregó.

El boliviano Edmundo Paz Soldán vive en Estados Unidos pero escribe en español y es identificado como parte de la generación de autores latinoamericanos que buscó romper con el realismo mágico de los maestros del 'boom', abordando temas urbanos y de la vida moderna.
Sin embargo, él reconoce el "interesante" fenómeno de los autores latinos que escriben en inglés y que han encontrado un espacio cautivo en mercado estadounidense.

"Habría que buscarle otro tipo de explicaciones que van más allá de la literatura y es que los escritores latinos, los que escriben en inglés, han ganado mucho espacio, escritores como Daniel Alarcón, Junot Díaz, Sandra Cisneros", dijo Soldán.

Para el boliviano, los escritores inmigrantes de origen latino son autores que han encontrado más éxito que los latinoamericanos en Estados Unidos, porque escriben en inglés y hablan de temas "familiares", lo que facilita su relación con el público lector local.

"Eso ha hecho que el impacto de la literatura latina en inglés sea más apabullante", agregó, comparando esas obras con la poca traducción al inglés de autores latinoamericanos post "boom" y que escriben en español.

Se calcula que para el año 2050 el 25 por ciento de la población en EE.UU. será de origen hispano.

Tuesday, December 25, 2007

Acabó literatura de Henry Miller con puritanismo y prejuicio racial.

Servicios Google/Mundo Hispano

México, 25 Dic (Notimex).- Autor de polémicas novelas como "Trópico de Cáncer" y "Trópico de Capricornio", el escritor estadounidense Henry Miller nació el 26 de diciembre de 1891 en la ciudad de Nueva York. La crítica ha encontrado en su obra una poética perfumada de inconformismo y rebeldía cuyo fin fue echar por tierra todo el puritanismo y los prejuicios raciales de una unión americana preocupada por hacer la guerra y no el amor. Los libros de Miller, dicen, fueron escritos en cuartos baratos, con sexo y eyaculaciones, sin embargo, todo lo llevó al papel con una poética feroz, inteligencia y desfachatez. El escritor que sólo recibió un premio literario, el del Libro del año en Nápoles, Italia, por "Como el colibrí", cuando contaba con 79 años, mantiene un sitio privilegiado entre los jóvenes que han aprendido a través de las páginas de sus libros. Miller, quien alcanzó la popularidad relativamente tarde, ya pasados los 40 años, provenía de una familia pobre y aunque consiguió entrar en el prestigiado City College, asistió a él sólo unos meses, dada su naturaleza rebelde. Luego emprendió un sinnúmero de trabajos hasta que en 1942 empezó a escribir cuentos. Para 1928 viajó a Europa y al año siguiente se estableció en París, donde vivió 10 años. Su primer libro apareció en 1935 y con él surgió el escándalo: se trataba de "Trópico de Cáncer" (Cancer"s Tropic)". A pesar de la reacción de repulsa que desató en medios conservadores, Miller prosiguió su brillante carrera literaria con "Trópico de Capricornio" (Tropic of Capricorn), en 1938. El escritor llevó una vida bohemia que logró describir en sus novelas, vitalistas y eróticas que desencadenaron grandes polémicas y censuras, pero que a la vez sirvieron para que el sexo se tratara en la literatura con más naturalidad. Los "Trópicos" están considerados como sus mejores novelas por su prosa fluida en la que funde obscenidad y espiritualismo, y salta con gran naturalidad del expresionismo más realista al divismo más simbólico.

Sigue Acabó literatura. dos. simbólico. Le siguieron "The air-conditioned nightmare", en 1945; "Remember to remember", en 1947, y otros como la trilogía "La crucifixión rosada" formada por "Sexus", en 1949; "Plexus", en 1952, y "Nexus", en 1960. Pasó un año en Grecia invitado por Lawrence Durrell y a su regreso a Estados Unidos, en 1940, se instaló en Big Sur, California, desde donde rememoró su estancia helena en "El coloso de Marussi", de 1941, original guía de Grecia, presentada como el lugar donde es posible recuperar lo que de divino tiene el ser humano. También publicó "Big Sur y las naranjas del Bosco", en 1957, y el estudio literario "El mundo de D.H. Lawrence", en 1980. Por su vida y obra se convirtió en uno de los máximos defensores de la libertad, tanto individual como literaria, y su búsqueda de la "salvación" a través de experiencias intensas influyó enormemente en las ideas de la llamada "Generación Beat". Su obra ha sufrido los ataques de la crítica feminista, debido a su retrato de la potencia masculina frente al masoquismo femenino. Henry Miller murió el 7 de junio de 1980 en Pacific Palisades, California, Estados Unidos.

Sunday, December 23, 2007

No es posible vivir sin literatura: Amélie Nothomb

Ácido sulfúrico, su obra más reciente

Servicios Google/milenio.com, Mx.

Críticos literarios la eligieron como la escritora favorita de menos de 40 años.

La belleza, la crueldad, el placer, la relación siempre difícil con los otros… ¡lo esencial de la vida!”, así define los temas de su quehacer literario Amélie Nothomb (1967).

Nacida en la ciudad de Kobe, Japón, y radicada en Bruselas, la escritora es una de las autoras más populares en lengua francesa y de mayor proyección internacional, producto de un gran número de traducciones de sus libros que, en español, comenzaron a leerse hace diez años a partir de la publicación de Higiene del asesino (Circe).

Desde esa fecha y hasta la aparición de Ácido sulfúrico (Anagrama), Nothomb ha publicado una docena de títulos en los que se levanta un mundo imaginado, no por ello virtual, como lo demuestra la última entrega novelística al alcance del lector mexicano.

En la novela, y dentro de un sitio no tan diferente a los campos de concentración nazis, un pequeño grupo de hombres y mujeres se juega la vida en una especie de experimento demencial.

Lo hacen, aislados de la realidad mundana, observados por millones de televidentes, quienes decidirán sobre el futuro de los recluidos. El experimento, un reality show de vida y muerte, tiene como intención central captar cada vez más niveles de atención (rating).

Todos ellos, ciudadanos de diferente procedencia, habrán de dejar su nombre en el olvido para llamarse y responder a un número, “matrícula del horror bárbaro”, única identidad que se reconoce como propia. Trama que, dice Nothomb a MILENIO desde Bruselas, “nació de mi cólera frente la tele-realidad”.

También autora de las novelas Las catilinarias, Metafísica de los tubos, El sabotaje amoroso, Cosmética del enemigo, entre otras obras, la escritora advierte una función para la literatura de nuestros días: “la del ahondamiento de la realidad”.

—¿Cómo compite la literatura con otros medios tan penetrantes como la televisión: omnipresencia en Ácido sulfúrico?

—Lo más naturalmente del mundo. Se puede vivir sin televisión; no se puede vivir sin literatura.

Convencida de que la literatura es “una experiencia sin fronteras”, la escritora incorpora en Ácido sulfúrico nuevos personajes a ese amplio grupo conformados en la última década. Durante 2006, Nothomb fue elegida como la escritora favorita de menos de cuarenta años por una treintena de críticos literarios (Le Figaro).

“¿Mi lector?”, pregunta la escritora, “mi lector es múltiple e ininteligible”, responde. A lo que le sigue una exclamación que refiere a su conocimiento de la literatura mexicana: “¡desgraciadamente no!”.

—¿Vislumbras algún futuro para el hecho literario?

—El hecho literario siempre existirá. Reemplazará las sustancias alucinógenas que ahora (y seguro que en lo sucesivo) están todas prohibidas en Europa.

Saturday, December 22, 2007

Nace Juan Ramón Jiménez Mantecón, Premio Nobel de Literatura en 1956


Juan Ramón Jiménez
En 1900 publicó sus dos primeros libros de textos.

Servicios Google/Univercia, noticias de España

En 1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico, donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como profesor en la Universidad.

Fue hijo de Víctor Jiménez y Purificación Mantecón, quienes se dedicaban con éxito al comercio de vinos.

Tras estudiar Bachillerato con los jesuitas en el Puerto de Santa María, comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la Universidad de Sevilla, aunque no finalizó sus estudios.

Los poemas de Rubén Darío, el miembro más destacado del Modernismo en la poesía hispánica, le conmovieron especialmente en su juventud.

En 1900 publicó sus dos primeros libros de textos. La muerte de su padre en este mismo año y la ruina familiar le causaron una honda preocupación, vivida intensamente a causa de su carácter hiperestésico, y en 1901 será ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, donde tuvo una aventura amorosa con la mujer de su psiquiatra.

En 1905 regresa a su pueblo natal y seis años más tarde se traslada a Madrid. Hizo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde en 1916 se casó con Zenobia Camprubí Aymar (nacida en Malgrat de Mar) A partir de 1931, la esposa del poeta sufrirá los primeros síntomas de un cáncer que acabará con su vida.

En 1936 se vio obligado a abandonar España al estallar la Guerra Civil Española, según narra el historiador César Vidal en su libro Checas de Madrid, Juan Ramón Jiménez fue confundido con alguien que se llamaba como él y al que buscaban los milicianos salvándose de ser asesinado después de que se comprobara su verdadera identidad. En 1946 el poeta permanece hospitalizado ocho meses a causa de otra crisis depresiva.

Premio Nobel de Literatura En 1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico, donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como profesor en la Universidad. Tres días después, muere su esposa en San Juan.

Él jamás se recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que, Don Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez fallece dos años más tarde, en la misma clínica en la que había fallecido su esposa.

Sus restos fueron trasladados a España. La etapa sensitiva (1898–1915)Esta etapa se subdivide a su vez en dos sub-etapas;la primera abarca hasta 1908; la segunda, hasta 1916.

La primera está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y un Modernismo de formas tenues, rima asonante, verso de arte menor y música íntima. En ella predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta, un paisaje que no es natural ni fruto de paseos como el de Machado, sino sometido al estatismo de un jardín interior, al intimismo de un orden.

Predominan los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color desvaído, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta. Pertenecen a esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Elegías (1907).

La segunda época se vierte en la forma del arte mayor (endecasílabos y alejandrinos), la rima consonante, el estrofismo clásico (sonetos, serventesios); denota una mayor impronta modernista, del Simbolismo francés (Charles Baudelaire, Paul Verlaine) y del decadentismo anglofrancés (Walter Pater, fundamentalmente).

Recientemente ha sido descubierto un libro escrito entre 1910 y 1911, Libros de amor, con una poesía carnal y erótica.

El poeta logra perfectas cumbres parnasianas, especialmente en los sonetos; pertenecen a esta sub-etapa La Soledad Sonora (1911), Pastorales (1911), Laberinto (1913), Platero y yo (elegía andaluza) (1914) y Estío (1916), entre otros. Hacia el final de esta etapa el poeta empieza a sentir el hastío de los ropajes sensoriales del Modernismo y preocupaciones relacionadas con el tiempo y la posesión de una belleza eterna.

La etapa intelectual (1916-1936)Su primer viaje a América y el contacto con la poesía en inglés (Yeats, William Blake, Emily Dickinson, Shelley) marca profundamente esta segunda etapa (1916–1936), bautizada por él mismo como Época intelectual y que le vincula a la corriente literaria del Novecentismo. Se produce un hecho fundamental: el descubrimiento del mar como motivo trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente.

Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia. En su deseo de salvarse ante la muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo puede conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética. Con Diario de un poeta recién casado, titulado posteriormente (en 1948) Diario de poeta y mar (para incluir el segundo apellido de su esposa, Aymar), se inicia esta nueva etapa en la obra de Juan Ramón.

Se trata de una poesía sin anécdota, sin los «ropajes del modernismo», una poesía estilizada y depurada, donde el poeta admira todo lo que contempla. Este poemario surge como fruto de su viaje a América. En el Diario, Juan Ramón experimenta con los temas y las formas, y abre una nueva corriente poética, que será explotada por algunos miembros de la Generación del 27.

Poeta Alí cumple 57 años laborando en FCE

El poeta termina su labor en el Fondo de Cultura Económica
Trabajó con grandes literatos de la talla de José Gorostiza, Octavio Paz, Juan Rulfo y Carlos Fuentes

Servicios Google/El Financiero en línea, Mx.

México, 22 de diciembre.- El poeta Alí Chumacero cumplió 57 años de labor fecunda en el Fondo de Cultura Económica (FCE) editando a grandes literatos de la talla de José Gorostiza, Octavio Paz, Juan Rulfo y Carlos Fuentes, así como obras de Alfonso Reyes, Rubén Bonifaz Nuño y Juan José Arreola.
En un especial publicado en "Lecturas del Fondo de Cultura Económica", en su apartado "Historias del Fondo" escrito por Tonatiuh Luna, se dice que por las manos de Chumacero han pasado algunas de las mayores obras de la literatura mexicana.

Destacan "Muerte sin fin", "El laberinto de la soledad", "Piedra del Sol", "La región más transparente" y "La muerte de Artemio Cruz", así como "El llano en llamas" y "Pedro Páramo", solamente por mencionar algunas.

Se afirma que éste siempre estuvo cerca de los autores y que en ocasiones hasta llegó a sugerir cambios, mientras se sentaba junto con los escritores a corregir los originales.

Tales fueron los casos del regiomontano Alfonso Reyes a quien Chumacero califica de "hombre sabio", o bien a Octavio Paz, quien fue tan celoso de su trabajo

Pero con quien tuvo una amistad entrañable fue con José Luis Martínez, a quien le revisó dos de sus obras fundamentales: "Hernán Cortéz" y "Nezahualcóyotl: vida y obra".

El mismo refirió que el olfato para detectar obras fundacionales en la literatura mexicana del siglo XX resulta sencillo, "es muy simple detectar las obras buenas, no son babosadas", refiere el poeta en el artículo.

Gran lector desde los 10 años de edad, Alí Chumacero trabaja para el FCE desde 1950, habiendo antes laborado para algunos periódicos y revistas de la época, hecho que le dio años de experiencia previo a su labor en la citada casa editorial.

Su idea de interesarse en la literatura nació cuando fue oyente de esta carrera en la Facultad de Filosofía y Letras, en donde fue discípulo del maestro José Gaos.

Recuerda con afecto a sus compañeros del exilio español que contribuyeron a formar el vasto catálogo editorial del FCE, evocando su amistad con Max Aub, Wenceslao Roces, Julio Jiménez Rueda, Francisco Monterde y Eugenio Imaz.

Alí Chumacero cuenta en su biblioteca personal con un acervo superior a los 10 mil temas, desde psicología hasta poesía búlgara, literatura china y de la India. (Con información de Notimex/CFE)

Friday, December 21, 2007

A 20 años de su muerte, Marguerite Yourcenar es un clásico de las letras

Del Resúmen de Media Isla de René Rodríguez Soriano


Fue la primera mujer en llegar a la Academia Francesa. Su novela cumbre, Memorias de Adriano, publicada en 1951, ya es un clásico de la literatura del siglo XX.

Por Mario Goloboff © Clarin
"Todos los grandes combates son de retaguardia" , solía afirmar Marguerite Yourcenar, una eminencia, si las hay, en las relaciones de poder. Formada en los enciclopedistas, poseedora de casi todas las lenguas europeas y de alguna asiática, enamorada de Grecia y del Oriente, con una educación y una experiencia de vida insustituibles (fue testigo del nacimiento del fascismo italiano, de las represiones del capitalismo en el centro de Europa, de las dos grandes Guerras, del nacimiento de la Ecología, a la que coadyuvó con su defensa de la naturaleza, de los animales y, sobre todo, partidaria de las minorías y de un feminismo radical aunque no dogmático), Yourcenar es, antes que nada, una extraordinaria escritora, heredera y tansformadora de la palabra recibida y de la mejor literatura.

Su permanencia, su vigencia, son y serán, ya, las de un clásico, aunque ella rechazaba la calificación de clasicismo para su obra como "sinónimo de entierro de primera clase", pero la admitía si por tal "se quiere expresar que un autor no escribe en un estilo lleno de groserías o de acrobacias inútiles".

Conscientemente marcada por André Gide en sus primeros textos, no sólo porque Alexis o el tratado del inútil combate juega con un título similar de Gide sino también por los temas y el abordaje (la novela es un púdica carta en la que un marido confiesa a su esposa tener otras inclinaciones sexuales), va afinándose en la persecución de una voz auténtica, poética (la narrativa de Rainer María Rilke cumple en ello un gran papel) y sobre todo bañada en una percepción cercana y comprometida del mundo.

Lo más conocido de ella entre nosotros son sus novelas mayores. Memorias de Adriano, en la pionera traducción de Julio Cortázar, aún recorre las librerías del mundo hispanohablante, y Opus Nigrum (llevada al cine por André Delvaux, cuyo protagonista, Zenón, fue magníficamente encarnado por Gian Maria Volonté) conmovió a miles de lectores y de espectadores.

En estos dos grandes textos, la Historia con mayúsculas -si bien Yourcenar niega escribir "novelas históricas"-, participa de modo diverso en la ficción. El primero, un cuidadoso y casi imposible estudio de época, de costumbres, de lenguaje, construye al personaje con lo que verosímilmente pudo ser pensado y sentido por el emperador y su tiempo; el segundo, inventa al protagonista y lo introduce en un marco más cercano, el de la Europa inquisitorial del siglo XVI.

Potenció la aparición de este texto, fruto, sin embargo, de una larga gestación, la coincidencia, azarosa o buscada, con los acontecimientos de mayo del '68 francés. Es "en dos palabras la historia de un hombre inteligente y perseguido; sucede esto hacia 1569 y podría haber pasado ayer o pasar mañana".

Pero es en ...Adriano donde las relaciones políticas son sabiamente dibujadas y donde el poder (uno de los más grandes que haya tenido jamás hombre alguno) es abordado desde la más profunda intimidad.

Su médico ("es difícil seguir siendo emperador en presencia de un médico, es difícil también conservar su calidad de hombre"), su mujer Plotina, su bello amante Antinoo, sus sirvientes, sus amigos, no parecen conocerlo mejor que los gobernados. Prácticamente refugiada desde los años cuarenta en la isla norteamericana del Mount Desert (Maine), en compañía de Grace Frick, amiga de toda la vida, su vasta obra comprende, además, numerosos relatos, poemas, reflexiones sobre la historia, la política, la sociedad, la realidad y la ficción.

Fue la primera mujer en llegar, excepcionalmente, en 1981, a la Academia Francesa. Por eso, en la ocasión dijo: "Ustedes me han recibido. Este yo incierto y flotante, esta entidad de la cual yo misma discuto la existencia, y que sólo siento verdaderamente delimitada por algunas obras que me ha sido dado escribir, helo aquí, tal como es, rodeado, acompañado por un cortejo invisible de mujeres que habrían debido, tal vez, recibir mucho antes este honor, al punto de que estoy tentada de borrarme para dejar pasar sus sombras".
[Enviado por giecoleon@yahoo. com]

"La cultura oriental y la occidental es una misma cosa con diferentes caras"

Del Resúmen de Media Isla de René Rodríguez Soriano


El escritor turco Orhan Pamuk cree que "el nacionalismo ascendente" que se da en buena parte del mundo es uno de los motivos que impide el ingreso de su país en la Unión Europea. No obstante, destacó que la política no tiene nada que ver con la unión de los pueblos.

Por Clarín.com
El Premio Nobel de Literatura en 2006 advirtió esta que tanto él como el español Juan Goytisolo defendieron con énfasis la necesidad de que la Unión Europea (UE) "abra sus puertas" a Turquía, porque así podría aflorar a la superficie "toda la riqueza, la belleza y la multiculturalidad de este país".

El novelista turco tiene un doble motivo para estar en Madrid. Pamuk fue nombrado doctor "honoris causa" por la Universidad Complutense e intervendrá además junto a Goytisolo, en el programa Miradas turcas que se desarrolla estos días en la capital española. Pamuk advirtió que su país "no es una sociedad libre, (porque) no hay libertad de expresión, tal y como muchos turcos desearían que hubiera".

Sin embargo, señaló que esa falta no sólo afecta a su país y "no se debe utilizar como excusa" para evitar el ingreso de Turquía. El autor de "El libro negro" -novela que impresionó profundamente a Goytisolo-, y "Estambul" está convencido de que, cuando se superen estos problemas, Turquía aportará mucho a la Unión Europea, y viceversa.

A pesar del esfuerzo que realizan muchos turcos, esos problemas aún no se han superado, sugirió Pamuk. "La emoción y el entusiasmo que había hace 5 ó 6 años en Turquía por incorporarse a la Unión Europea se va apagando", añadió el escritor que confesó cuánto lo entristece la situación.

Sin embargo, el narrador turco está confiado en que la situación actual negativa es transitoria. "Turquía camina hacia otro nivel de convivencia y de relaciones", agregó Pamuk. "La cultura oriental y la occidental no son diferentes; es una misma cosa con diferentes caras".

Como las preguntas de tipo político fueron incesantes durante el encuentro con la prensa, Pamuk recordó que sus denuncias sobre lo que sucede en su país ya le acarrearon problemas con el Gobierno turco y algún que otro "castigo".

Por último, el Nobel concluyó que le gustaría ser conocido "no como un escritor activista que opina sobre la política actual", sino como "una persona sentada ante su mesa de Estambul" que intenta crear un universo de ficción en sus libros y que trata de comprender el mundo a través de ellos. [Enviado por giecoleon@yahoo. com]

Sunday, December 16, 2007

Fidel Castro elogia libro de Niemeyer

Servicios Google/La Esrella, Panamá

Servicios Internacionales. —El líder cubano Fidel Castro elogió el libro El ser y una vida, del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, que será lanzado en el 2008 y cuyo prologo fue escrito por el propio Fidel Castro, y lo felicitó por su centenario, en una carta publi- cada ayer sábado en el periódico Juventud Rebelde.

"Muchas felicidades por su aniversario. Que muchas personas vivan y disfruten como usted más de 100 años", dijo Fidel, de 81 años, separado del poder desde hace 16 meses por problemas de salud, en la carta que envió a su amigo Niemeyer.

"Yo apoyo plenamente su ardua batalla por estimular el hábito de leer. Usted dice que sin la lectura el joven sale de la escuela sin conocer la vida" escribió Fidel al "arquitecto de las curvas", destacando que El ser y una vida le recordó el poema "Ismaelillo", que el heroe nacional de Cuba, José Martí, dedicó a su hijo en 1882.

En la carta, el líder cubano afirma que "leer es una protección contra todo tipo de manipulación y el principal instrumento de lucha contra el poder devastador de las armas modernas del imperio; desarrolla la mente y fortalece la inteligencia", "estimula el sentido crítico y es un antidoto contra los instintos egoistas del ser humano".

"Sin cultura no hay libertad ni salvación posible. Como ya te escribí antes, sólo una mayor conciencia nos mantendrá firmes en nuestra voluntad de luchar por las ideas más justas y por la sobrevivencia de la especie humana", afirma Castro.

Dedican artículo Con el título "Oscar Niemeyer, optimista y comunista 100%", el periódico Juventud Rebelde dedicó ayer un artículo a Niemeyer, en el cual destaca su obra arquitetónica —más de 600 proyectos en todo el mundo—, diciendo que, a pesar de sus 100 años, "sigue llevando para este siglo XXI riqueza política, histórica, cultural y humana".

Oscar Niemeyer, que se encontró con Fidel tres o cuatro veces —la última vez en su escritorio en Copacabana, en Río de Janeiro— denunció el embargo aplicado por los Estados Unidos a Cuba, desde 1962, como una "política odiosa", defendiendo la revolución cubana como un ejemplo para toda la América Latina.Niemeyer es considerado uno de los 100 genios vivos del mundo.

Saturday, December 15, 2007

Menéndez Salmón: «Me siento cercano a una literatura despojada»

Servicios Google/Ines.es

La publicación de «La ofensa», una novela sobre el mal y sus metáforas, ha llamado la atención de la crítica especializada por la densa calidad de su escritura. Su autor, el gijonés Ricardo Menéndez Salmón, presentó ayer un nuevo libro, la colección de cuentos «Gritar», editado por Lengua de Trapo, nueve textos que suponen un reencuentro del escritor con el relato breve.

«Cada vez me siento más cerca de una literatura despojada», afirmó Menéndez Salmón, que publicará una nueva novela, bajo el sello de Seix Barral, como «La ofensa», el próximo mes de mayo. «¿Qué tipo de escritor soy? Me siento un narrador, ni un novelista ni un autor de cuentos», subrayó para despejar dudas a quienes piensen que «Gritar» es un fruto menor. El volumen reúne nueve relatos breves con los que, como explicó Juan Carlos Gea, periodista de LA NUEVA ESPAÑA y presentador del acto que se celebró en la Casa del Libro, Menéndez Salmón confirma las expectativas literarias de algunos de los mejores textos de «Los caballos azules».

«Estamos ante un escritor de raza que creas puentes, complicidades», indicó Gea. Éste hizo hincapié en que Menéndez Salmón «ha forjado sus armas como narrador» en el relato breve, una «distancia» literaria con la que ha logrado premios de prestigio, como el «Juan Rulfo». «Es un escritor que empieza a destilar experiencia vital y una mayor atención hacia el envés de lo cotidiano», añadió Gea, para quien cuentos como «La vida en llamas», con el que se abre «Gritar», es un relato «memorable» y digno de estar en las más exigentes antologías del género.

Menéndez Salmón rompió una lanza en favor del cuento y manifestó que algunos narradores de sus características llevan la palabra «novela», debido a las exigencias editoriales del momento, «como una espada de Damocles». «Las grandes editoriales no quieren relatos». Indicó que en «Gritar», con textos en los que aflora una literatura de vena fantástica, «la historia cede el paso a las historias». Defendió una escritura «lo menos enfática posible».

Monday, December 10, 2007

Juan Ramón Jiménez recibe el Premio Nobel de Literatura



Servicios Google/Universia, España.

La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que a lo largo de su vida, en un afán constante de superación, fue repudiando o de los que salvaba algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas seleccione.



Poeta español y premio Nobel de Literatura. Nació en Moguer (Huelva), y estudió en la Universidad de Sevilla. Los poemas de Rubén Darío, el miembro más destacado del modernismo en la poesía española, le conmovieron especialmente en su juventud. También sería importante la lectura de los simbolistas franceses, que acentuaron su inclinación hacia la melancolía.

En 1900 publicó sus dos primeros libros de textos: Ninfeas y Almas de violeta. Poco después se instalaría en Madrid, haciendo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde se casó con la que ya sería su compañera ejemplar de toda la vida, Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española se vio obligado a abandonar España. Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, fueron sus sucesivos lugares de residencia. Moriría en este último país, donde recibió ya casi moribundo la noticia de la concesión del Premio Nobel.

La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que a lo largo de su vida, en un afán constante de superación, fue repudiando o de los que salvaba algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas selecciones. Las principales son Poesías escogidas (1917), Segunda antología poética (1922), Canción (1936) y Tercera antología (1957).

La influencia del modernismo se percibe en sus primeros libros, aunque su mundo poético pronto apunta, como el de Bécquer , hacia lo inefable, con unos poemas hechos a partir de sensaciones refinadas por la espiritualidad, y de sutiles estados líricos, con un lenguaje musical. Pero el arte de Juan Ramón Jiménez se hace independiente de cualquier escuela, aunque el simbolismo, ya totalmente asumido, siga influyendo en su poesía casi hasta el final.

Con el paso de los años su estilo se hace cada vez más depurado, siempre en busca de la belleza absoluta, de la poesía y del espíritu que él intenta fundir con su lirismo esencial interior, sin dejar de ser al mismo tiempo metafísico y abstracto, como se aprecia en Baladas de Primavera (1910) o La soledad sonora (1911). Diario de un poeta recién casado (1917), escrito básicamente durante su viaje a Estados Unidos, donde conoció y se casó con Zenobia, es uno de los grandes libros de la poesía española. Contiene ritmos inspirados por el latir del mar, verso libre, prosa, sugerencias humorísticas e irónicas.

El libro supone un canto a la mujer, el mundo marino y Estados Unidos. Siguen Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y uno de los puntos más altos de su poesía, Estación total, un libro escrito entre 1923 y 1936, aunque no se publique hasta 1946. La identificación del poeta con la belleza, con la plenitud de lo real, con el mundo, es casi absoluta. La palabra aúna abstracción y realidad, y el poeta se convierte en -total- -concepto ya utilizado por Juan Ramón Jiménez-, y que significa -lo universal-. Poeta total, es para él, por tanto, aquel que logra la comunión con el universo, conservando, sin embargo, su voz personal.

Los escritos en prosa que formarían posteriormente la vasta galería Españoles de tres mundos (1942) empezaron a publicarse en diarios y revistas en los años inmediatamente anteriores a su exilio. Otro libro suyo escrito en prosa poética -y al que le debe gran parte de su fama universal- es Platero y yo (1917), donde funde fantasía y realismo en las relaciones de un hombre y su asno.
Es el libro español traducido a más lenguas del mundo, junto con Don Quijote de Miguel de Cervantes. Escribió ya en América los Romances de Coral Gables (1948) y Animal de fondo (1949). Con ellos y el poema 'Espacio', Juan Ramón Jiménez alcanza lo que se ha llamado su -tercera plenitud- determinada por el contacto directo con el mar. En Animal de fondo el símbolo lo expresa con un lenguaje próximo a una religiosidad inmanente y panteísta. La poesía antes que palabra es conciencia; inteligencia que permite al poeta nombrar.

El tiempo acaba fundiéndose con el espacio. El poeta simbolista y romántico, metafísico después y puro -que configuran al Juan Ramón Jiménez más hondo e intenso-, se revela finalmente como un visionario y metafísico que mantiene una alta tensión poética a partir de iluminaciones nacidas en lo profundo de su sensibilidad.

Friday, December 07, 2007

El origen de la literatura son las mentiras: Jorge Volpi

Servicios Google/El Reportero, Mx.

Asegura el escritor mexicano que la novela cumple una misión esencial en la sociedad, que es la de acercarnos a otros seres humanos

El novelista mexicano Jorge Volpi considera que la ficción literaria como forma de explorar la realidad surgió con los mentirosos y que el origen de la ficción literaria son las mentiras.

"La ficción literaria no surge cuando algún nómada o cazador cuenta a su tribu una mentira. Surge cuando hay un mentiroso que cuenta sus aventuras y el público sabe que es falso pero lo cuenta tan elocuentemente que los demás quieren seguir escuchando su relato", declaró el escritor mexicano.

Jorge Volpi participó en un coloquio sobre "Ciencia y literatura: dos formas de explorar el mundo" que se celebró anoche en el Instituto Cervantes de la capital búlgara, Sofía, en colaboración con la editorial "Colibrí" del país balcánico.

"La novela sirve para vivir vidas que no viviríamos de otra forma y conocer a personas que de otra forma no conoceríamos", destacó Volpi.

Asimismo, comentó que la novela cumple una misión esencial en la sociedad, que es la de acercarnos a los otros seres humanos.

En el coloquio participaron también el científico y poeta español Carlos Briones, así como hispanistas, estudiosos y científicos búlgaros que reflexionaron sobre las relaciones que pueden establecerse entre el mundo de la ciencia y el de la literatura.

El sábado Jorge Volpi presentará la traducción al búlgaro de su novela "En busca de Klingsor" en la Feria Internacional del Libro de Sofía.

Saturday, December 01, 2007

Elogio de la literatura mala

ENTREVISTA A JOSEFINA LUDMER
Servicios Google/Clarín, Argentina

La crítica literaria considera que en los 90 se ingresó en una era de cambios rotundos que afectaron a la literatura y que obligan a reconsiderar qué se entiende por "valor" literario. Hoy investiga el modo en que ciertas escrituras "fabrican" el mundo. Contaminada por la economía, la política y los medios, la palabra literaria -sostiene- entra en la realidad y ya no es posible saber si conserva su sesgo crítico. Ludmer también acercó a Ñ, en exclusiva, un texto sobre el destino de las lenguas en el tiempo de las migraciones.

FLAVIA COSTA cultural@clarin.com.

Leo la literatura como si fuera un tarot, como borra de café, como instrumento para ver el mundo." La frase no debería sorprender: habla Josefina Ludmer, una de las más reconocidas y originales críticas literarias de la Argentina. Aunque a lo largo de la conversación dirá que no le gustaría que su próximo libro, el que contiene (en texto o en espíritu) la frase antedicha, estuviera en el estante de crítica literaria de las bibliotecas.

-¿Por qué?

-Porque considero que ya no hago crítica literaria.

-¿Qué hace, entonces?

-Trato de ver algo, algún punto del mundo en que vivimos, a través de la literatura. Leo el modo en que la literatura construye realidad, construye mundo, temporalidades, subjetividades, territorios, para pensar las condiciones de vida actuales. Y uso la literatura porque tengo entrenamiento en eso, pero se podría ver el mundo a través de cualquier cosa: la sociedad, el cuerpo, las creencias. Una vez que sabés leer algo, lo podés usar para pensar lo más general, incluso podría decir "lo humano" contemporáneo.

Discípula y mujer de Ramón Alcalde, maestra de escritores, lectores y docentes -durante la última dictadura pasaron por sus grupos de estudio privados Jorge Panesi, Alan Pauls, Claudia Kozak, Gabriela Nouzeilles, Fabián Lebenglik, entre muchos otros-, en 1973 Ludmer acompañó de cerca a Osvaldo Lamborghini, Germán García, Luis Gusmán, Ricardo Zelarayán y Jorge Quiroga, fundadores de una de las más importantes revistas literarias de la década: Literal

A partir de 1984 fue titular de Teoría Literaria II de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y entre 1992 y 2005, docente de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Yale, de la que hoy es profesora emérita. Desde esa posición a la vez reconcentrada y excéntrica (en la Argentina, "la que está en Yale", disfrutando las bondades del Imperio; en Estados Unidos, una "latinoamericana, judía, medio india"; es decir -subraya con orgullo- "una completa marginal"), Ludmer desarrolló además una de las tareas que más le entusiasman: la de "agitadora cultural". Fue ella, por ejemplo, quien en 1999 contagió a editores y lectores porteños el interés, no siempre benevolente, por el libro Imperio, de Toni Negri y Michael Hardt; la que impulsó la lectura de Paolo Virno, Scott Lash y Brian Holmes; la que inculcó la importancia de leer lo escrito en el país en el marco de América latina. "Mi proyecto es ser algún día activista cultural. Siempre me pareció importante poner en circulación ideas, materiales diferentes. Nuestra cultura es muy provinciana, narcisista en el mal sentido. Hay que sacudirla un poco.

"En esos años escribió Cien años de soledad: una interpretación (1972), Onetti. Los procesos de construcción del relato (1977), y los que probablemente son sus dos trabajos mayores: El género gauchesco. Un tratado sobre la patria (1988) y El cuerpo del delito. Un Manual (1999), ambos traducidos al inglés y al portugués. El nuevo libro que Ludmer está escribiendo ahora -desde hace al menos tres años, y que según estima tendrá unas doscientas páginas- implica una intervención crítica arriesgada, que inscribe en su propio "método" aquellas características (oscuras, ambiguas, por momentos incluso disolventes) de una sociedad que desde 1989 está viviendo lo que ella llama "el gran cambio".

En los últimos meses circularon en Internet dos artículos que anticipaban ese trabajo: Literaturas postautónomas y Literaturas postautónomas 2.0 (publicados en diciembre de 2006 y mayo de 2007; otro texto, todavía tentativo, sobre el tema, fue publicado en la revista Confines en 2004), que fueron muy reproducidos y ocasionalmente criticados a lo largo de este año. Cuando le escribo proponiéndole hacer una entrevista a partir de esos textos, Josefina Ludmer responde que sí y adjunta unas cuantas anotaciones. Dice primero: "Podríamos partir de un punto crucial para todos: que en los 90 entramos en otra etapa en la historia de las naciones, de los imperios y del capitalismo, y por lo tanto necesitamos categorías, nociones, conceptos para pensar el presente".

Cuando nos encontremos dirá también que su libro propone un contrapunto entre los años 60-70 y la actualidad, a partir de la idea de que ya no es posible pensar mediante algunas dicotomías entonces habituales (literatura nacional o cosmopolita, realista o fantástica, tradicional o de vanguardia, "pura" o "social", rural o urbana). Y que ya ni siquiera es posible, o necesario, distinguir en la literatura entre realidad histórica y ficción. Menciona como ejemplo de esta "entrada en fusión" una serie de libros escritos y publicados en la región en los últimos años: novelas que son casi transcripciones de chats o blogs (Monserrat, de Daniel Link), crónicas que se leen como narrativa (como Banco a la sombra, de María Moreno), objetos enrarecidos en los que no es fácil distinguir si son diario íntimo o crónica, autobiografía o novela (como Ocio, de Fabián Casas). También menciona las puestas del proyecto Biodrama de Vivi Tellas, y señala que lo común a todas estas piezas es que en ellas no se sabe "si los personajes son reales o no, si la historia ocurrió o es inventada, si son ensayos, novelas, biografías, grabaciones o diarios. No se puede decir que sean realidad o ficción: son las dos cosas, oscilan entre ambas, o desdiferencian las categorías".

Ludmer propone para entender el presente de la literatura -de la crítica, del campo intelectual- partir del término "posautonomía", que apunta a designar el hecho de que cada vez es menos sencillo -y pertinente- trazar cierto tipo de fronteras y tensiones entre lo cultural, lo político y lo económico. Ella lo explica así: "Hoy todo lo cultural (y literario) es económico y todo lo económico es cultural (y literario)". Y en ese primer intercambio por escrito agrega: "Estamos ante el fin de una era en que la literatura tuvo una lógica interna y el poder de definirse y regirse 'por sus propias leyes' e instituciones -la crítica, la enseñanza, las academias, el periodismo- que debatían públicamente su función, su valor y su sentido. Es el fin de la autorreferencialidad de la literatura".

Es y no es anecdótico: Ludmer no se deja capturar -ni por un cuestionario ni por un régimen de lecturas ya explorado, por ella o por otros-, sino que impone su procedimiento, o su estilo, a cada intervención: construye al mismo tiempo un objeto -ya sea lo que ella bautizó como "realidadficción" o esta entrevista- y una máquina para abordarlo -ya sean los conceptos de "imaginación pública" y de "literatura diaspórica" o las premisas sólo a partir de las cuales accederá a hablar: ante cualquier otra pregunta dirá, con ironía y sonrisa descomunal, "ya no me interesa", o "me aburre", o "prefiero no hablar de eso"-.

-Su idea de posautonomía es, por un lado, una observación acerca del estado de la literatura actual, pero también una toma de posición respecto de la esfera autónoma de las artes. ¿Es una nueva forma de crítica a la institución literaria?

-No, la crítica a la institución corresponde más bien a los años 60 y 70. Hay que hacer una distinción -que no es fácil por momentos- entre la contracultura, la crítica al arte y a la práctica artística de los años 60 y 70, y la situación actual. En esos años se hablaba de "antiliteratura" o "antinovela"; se enfrentaba a la institución queriendo destruirla. Ahora la idea es más bien dejar que la institución siga existiendo, aun pertenecer a ella, pero señalando un espacio que la excede, que la desautoriza o la deja atrás. La institución sigue con sus problemas, sus ceremonias, sus entregas de premios, y me parece que va muriendo sola. Mientras que la literatura se renueva saliéndose de sí misma. Muchas escrituras actuales siguen apareciendo como literatura, tienen el formato libro y conservan el nombre del autor, pero no se las puede leer con criterios o categorías literarias como autor, obra, estilo, texto, sentido, porque aplican a la literatura un vaciamiento radical: el sentido, la escritura, el autor, quedan sin densidad, "sin metáfora". No son ni un comentario de la realidad ni su "afuera". El sentido es ocupado por la ambivalencia: son y no son literatura al mismo tiempo, son ficción y realidad, son "realidadficción".

-¿Sería que la literatura ve a la institución literaria como una especie de Estado, y entonces -como dirían Negri o Sandro Mezzadra-, en lugar de combatirla, entra en éxodo«p de ella?

-Cuando digo que la literatura entra en éxodo, o en diáspora, me refiero a que sale de una esfera pero al mismo tiempo permanece en ella, en el sentido bíblico de estar afuera pero simbólicamente adentro. Los libros que analizo no rompen definitivamente con la institución, pero se contaminan con elementos económicos, políticos, sociales, y crean un tipo de formación nueva, propia de la época de las empresas transnacionales del libro o de las oficinas del libro en las grandes cadenas de diarios, radios y TV. Son la literatura en la era de los medios.

-Usted dice, en este sentido, que hoy "los efectos de distribución son efectos de lectura".

-Sí, porque en este momento, mucho más que los autores o los estilos, lo que funciona como sentido es la distribución del libro: la pequeña editorial independiente que produce para el mercado interno "estetiza" el objeto; la gran cadena de distribución española produce un efecto "mercancía". Pero esto tiene que ver con que ya no funciona, o no de la misma manera, lo que Bourdieu llamaba "la lógica del campo", que está asociada a la autonomía de las esferas y a las luchas por el poder dentro de la literatura. Las identidades literarias, que antes eran también identidades políticas, se desdibujan. Hoy el régimen político de los textos es mucho más ambivalente: uno lee Cosa de negros, de Washington Cucurto, y no se sabe si lo que se dice allí es que los dominicanos o paraguayos son así, que sólo piensan en la bailanta y el sexo, o si ésa es la mirada de un narrador o de una lengua racista. Es una mirada que perturba la lectura política porque muestra algo así como las dos caras. Se diluye el poder crítico, incluso subversivo que la literatura había asumido como política propia en la era de las esferas.

-¿Dónde se ejerce esa crítica, esa política?

-Es posible que esa política ya no sea posible en un sistema, en una realidad, que -como la nuestra- no tiene afueras y todo lo superpone. Es tal la superposición y contaminación de lo que antes estaba bien diferenciado y separado que, por ejemplo, hoy me es imposible hablar, como muchos siguen haciendo -al modo benjaminiano-, de "arte" y "política". En la concepción de esferas autónomas, el problema eran las relaciones: la politización del arte o la estetización de la política, decía Benjamin. Hoy los problemas son las fusiones, las contaminaciones, los éxodos. Eso implica dejar a un lado, o entre paréntesis, la cuestión del valor de los textos literarios.

-¿Qué sería "dejar entre paréntesis el valor literario"?

-Yo creo que hay que reformularlo. A mí como lectora me gusta todo: me encanta El Quijote y también me encantan las prácticas de hoy. Me gusta la práctica literaria: que me cuenten algo, ver funcionar una lengua para construir mundos. Pero creo que lo que hace realmente mal es el dogmatismo. Decir: "hasta acá es la gran literatura, y de acá en adelante es una porquería". Tenía colegas en Yale que decían que después del boom no había habido buena literatura en América latina. Y estoy totalmente en desacuerdo. Es reaccionario seguir aplicando criterios modernos, de la autonomía plena, a los textos contemporáneos. Por eso deberíamos discutir de nuevo qué es el valor literario, porque si cambia la literatura, cambia el valor, obviamente. ¿A qué llamamos hoy valor? ¿A la contemplación de destinos, a la existencia de un marco, a las relaciones especulares, al libro dentro del libro, a la densidad verbal, a las duplicaciones internas, las recursividades, los paralelismos, las paradojas, las citas y referencias, a todo eso que califica a la llamada gran literatura? Ahora quizá no encontrás eso, pero encontrás otras cosas muy valiosas.

-¿Por ejemplo?

-Estas nuevas literaturas fabrican presente y esa es una de sus políticas. Salen de la literatura y entran a la realidad de lo cotidiano, donde lo cotidiano es la televisión, los blogs, el email, Internet, etcétera. Esa realidad cotidiana no es la realidad histórica del pensamiento realista y de su historia política y social, sino una realidad producida por los medios y las tecnologías. Una realidad que no requiere ser representada porque ella misma es pura representación. Un ejemplo es el del Thé»átre du Soleil. Me interesó ver cómo Ariane Mnouchkine, esta gran representante del teatro revolucionario y brechtiano de la generación del 68, trabaja ahora con el realismo cotidiano, opuesto al realismo histórico. La narración clásica (como Cien años de soledad, de García Márquez, o Yo el Supremo, de Roa Bastos, o El mandato, de José Pablo Feinmann, o novelas históricas como La revolución es un sueño eterno, de Andrés Rivera) distinguía claramente entre lo histórico como "real" y lo "literario" como fábula, mito, alegoría o subjetividad, y producía una tensión entre ambos: la ficción era esa tensión. La ficción era la realidad histórica -política y social- pasada por un mito, una fábula, una subjetividad. El realismo cotidiano, en cambio, se nutre, por un lado, de la repetición: el ritual de la comida, la escena del día a día. Y por otro, del flash del instante, el accidente, el acontecimiento; la gente común que un día se entera que tiene cáncer, o que vende la casa, o que se separa: esos momentos de cualquiera que dividen la vida en dos. Esto nos habla de otra vivencia del tiempo, de una nueva temporalidad y una nueva conciencia histórica: la del instante que parte el tiempo, y está como fuera de la Historia con mayúsculas.

-Pero si el eje es lo cotidiano, ¿dónde aparece la relación con la Historia? ¿No implica esto un abandono de la discusión y elaboración de procesos contemporáneos, que hoy podrían ser desde el escenario de la «pguerra de Irak como, más localmente, la cuestión de la nacionalización del petróleo?

-Por supuesto que hay que discutir guerra, petróleo, imperios, imperialismos. Pero por los ejemplos que das, más que de historia yo hablaría de política. Y te diría, en forma siempre tentativa o fantástica, que la gran Historia se disuelve, como el pasado, en el presente, en el acontecimiento o accidente del presente o en la vida cotidiana del presente. La gran Historia aparecería más como política y memoria. Y allí veo un cambio de configuraciones temporales, lo que implica un cambio de conciencia histórica. A partir de la caída del Muro de Berlín cae también un elemento de futuridad que es la clave para pensar las diferencias temporales y también la historia. En los 60 no dudábamos de que la revolución era inevitable: el futuro era revolucionario y era un futuro de justicia. Hoy en cambio el futuro parece haber desaparecido; sólo existen los pasados, todos los pasados, conviviendo en el presente. Y el futuro aparece como un presente extendido.

-Si vemos esto en la literatura, las nuevas escrituras que usted describe conviven con otras: las obras literarias tal como se conocían hasta ahora, con sus fastos, sus ceremonias, sus proyectos, sus criterios de valor... ¿Cómo lee esa convivencia?

- En la literatura, diría que junto a los best-sellers y a las escrituras que suelen llamarse "malas" (y que yo no considero nada malas), de ahora, existe la buena vieja literatura, con múltiples lecturas. La literatura hoy incluye todo su pasado, aun el de cuando todavía no era "literatura", y puede ser crónica, carta, mensaje, diálogo, testimonio. El problema justamente es leer el hecho crucial de que "lo anterior" está presente en el presente, junto con formas aparentemente nuevas. En otro campo, y para repetir lo que ya he escrito: ese es el problema del libro Imperio. Hardt y Negri consideran que la etapa imperialista está concluida y que ahora rige sólo el imperio desterritorializado: hacen un corte en la periodización. Discrepo desde nuestra región: está el Imperio, pero también el imperialismo -donde el imperialismo es un modo de expansión y dominación nacional sobre otros territorios-. Y ésa es una de las claves de lo que debemos leer: cuáles son las relaciones entre Imperio e imperialismo, entre presentes y pasados. El primer capítulo de mi libro se titula "Temporalidades del presente" y trata este problema. Es un análisis de muchas ficciones que salieron en la Argentina en el año 2000. Y mi hipótesis es que a partir de esta cancelación del futuro, y gracias a la tecnología, el presente se densifica enormemente y absorbe todos los pasados. La novela de ciencia ficción El juego de los mundos, de César Aira, lo muestra bien, así como El árbol de Saussure. Una utopía, de Héctor Libertella, cuya atmósfera es, en cierta medida, fantástica; porque vivimos en una utopía realizada.

-Una utopía bastante terrorífica.

-Sí, hoy vivimos en la utopía realizada del liberalismo de circulación mundial de la mercancía. El proyecto utópico del liberalismo del siglo XVIII fue que todo el mundo se abriera al comercio mundial y que todo circulara, y estamos viviendo eso. Uno podría decir que, en cierto modo, el futuro cae cuando las utopías se realizan. Entonces, ¿cómo se piensa una situación de utopía realizada? Se piensa desde y en el presente, o se piensa "en presente". Y también la historia se piensa en presente. Por eso es fundamental ver cómo funciona esa máquina de fabricar presente hoy. Nos adherimos al presente para entenderlo.

-¿A qué se refiere con "imaginación pública"?

-La imaginación pública es todo lo que circula, los medios en su sentido más amplio, que incluye todo lo escrito y que es algo así como el aire que respiramos. Todo lo que se produce y circula y nos penetra, y que es individual y social, privado y público, imaginario y "real". La categoría de imaginación, que tomo de Appadurai, incluye en su interior toda la historia de lo imaginario: el imaginario social, la idea de la escuela de Frankfurt de imágenes producidas mecánicamente, la idea de comunidad imaginada y la de institución imaginaria de la sociedad. Y la pienso pública de un modo utópico y despropiado, desprivatizador: como un trabajo social, anónimo y colectivo, sin dueños, que fabrica presente y realidad. En esa masa global no hay un "afuera", y en esto difiero con ciertas utopías de los 60 y 70 que postulaban una "realidad verdadera" más allá de la máquina opresiva de los medios. Y por lo tanto las estrategias políticas cambian totalmente. Porque esa masa tiene un carácter doble: por un lado es el modo en que los ciudadanos son disciplinados y controlados y dominados, pero también es un trabajo creador: la facultad por la cual hay crítica y otras formas de vida colectiva.

-Usted dice que piensa utópicamente la imaginación pública como un trabajo social, anónimo y colectivo. Pero dice también que hay imperialismos e Imperio; es decir, que en esta fábrica del presente y de realidad hay desigualdades, hay por decir así proletarios de la imaginación pública, hay explotación. ¿Cómo pensar esa dimensión?

- Sí, para mí la imaginación pública es un territorio utópico, pero por supuesto existe la explotación: los que trabajan en toda la red que produce el presente son explotados. Yo pienso como si ya hubiera ocurrido la liberación y esa creación de presente, de afectos, de creencias, de vidas cotidianas, fuera un trabajo libre de todos, como si ya no hubiera opresión. Es una posición totalmente utópica: me interesa pensar si desde ahí puedo captar algo, porque es la otra cara de la ambivalencia. Pero en la realidad lo que ocurre es la desigualdad más brutal, porque la globalización viene con una diferenciación tremenda: produce cientos de miles de pobres que están pataleando en el barro; condensa en el presente una suerte de historia de la humanidad, desde los hombres de las cavernas hasta el tipo que está conectado a Internet las 24 horas, con sus migraciones, sus desplazamientos forzosos... Sí: lo que podríamos llamar la explotación, la injusticia, el imperio y el imperialismo son brutales. Esa es la cara que muestra la utopía realizada del liberalismo, la contracara de mi utopía.

Literatura que cura las propias heridas

Héctor Abad Faciolince y El olvido que seremos
Servicios Google/Milenio, Mx

Un escritor que permanece impasible ante la violencia es un creadro indigno.

Hay heridas que tardan en sanar, sobre todo las del interior, aquellas no visibles, hasta que se encuentran los caminos para intentar la sanación. Algo parecido le sucedió al colombiano Héctor Abad Faciolince, quien a partir de su tragedia personal, el asesinato de su padre en la turbia atmósfera colombiana, escribió la novela El olvido que seremos (Planeta, 2006).

“En la palabra hay una especie de terapia: es verdad que cuando uno cuenta las cosas y transforma sus ideas y sus recuerdos en literatura se produce una tranquilidad. Una manera de enfrentar a los fantasmas está en escribirlos con mucha decisión, porque cuando ya está escrito y está bien delimitado, es más fácil de comprender y de dominar esa realidad o ese pasado”, dice el autor.

Guadalajara/Jesús Alejo

Una historia que nace de la vida misma. De una vida muy digna al lado de sus padres, dentro de una familia armónica y un padre tolerante y liberal: una experiencia familiar positiva, en pocas palabras, explica el escritor colombiano. Aunque en el camino se encontró con un hecho de sangre, el verdadero demonio convertido en literatura.

“A diferencia de lo que han hecho muchos escritores, que han creado sobre padres terribles, sobre familias desastrosas, acerca de relaciones padre-hijo difíciles, a mí tocó una tarea distinta: escribir sobre una familia armónica, de una relación muy fácil de padre e hijo, pero que por el asesinato final, tiñó todo con un color de tragedia más oscuro.”

Un pasado que forma parte de la realidad de nuestros días en distintas sociedades, si bien Abad Faciolince se refiere a la colombiana, que no ha querido ocultar ni extirpar, sino todo lo contrario: mostrarlo de frente y de lleno. “Creo que la mejor manera de combatir la violencia es mostrar el horror, el oprobio, la destrucción, la locura en la que hunde en la violencia.

“Creo que la violencia se denuncia a sí misma, cuando uno la describe bien y, sobre todo, cuando quien la padece es un personaje bondadoso. No quiero que se piense que la tragedia le dio tintes rosados a esa relación, porque tampoco era justo: ni la tragedia le dio al muerto una característica de santo, porque tampoco fue así. Fue un ser humano no común y corriente, pero sí con todos los altibajos que tenemos.”

Plasmar la realidad

Un escritor casi siempre es un espectador de lo que cuenta; pocas veces busca ser el protagonista de las cosas y lo peor que le puede pasar en la vida es ser parte de la violencia que se narra. Héctor Abad, por supuesto, hubiera preferido ser sólo espectador de la violencia en Colombia y nunca padecerla en una persona tan cercana.

“Y cuando eres espectador tampoco puedes permanecer indiferente. Si tú ves desde la ventana de tu casa que alguien le pega a una niña o a una joven y comete una agresión, si tú permaneces impasible ante el hecho serás una persona indigna por el resto de tu vida.

“El escritor espectador y punto es un creador pobre como ser humano. Y con mayor razón si la violencia toca la puerta de tu casa y tú la ves de lleno. Un escritor que no se enfrente con esa violencia y que no trate de mostrarla en todas sus facetas, sería un escritor indigno.”

El colombiano no podía seguir dándole la espalda a esos hechos, seguro de que el valor de un periodista y de un escritor radica en llegar hasta las últimas consecuencias. Contada la historia de su padre, su asesinato, Héctor Abad se siente muy tranquilo, satisfecho como cuando se concluye con una tarea postergada durante mucho tiempo.

“Después de este libro puedo volver a la escritura con una serenidad distinta: escribí el libro que necesitaba escribir, tal vez el único libro que tenía que escribir obligatoriamente. Ahora puedo volver tranquilo a la literatura, listo para enfrentar cualquier otro tema. El libro es una liberación.”